CONFLICTO POR BOTNIA

Locales | 05 Ene El reciente encuentro entre los activistas de Gualeguaychú y el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, entre otras consecuencias puso de relieve que los asambleístas están cada día más aislados en su ciudad y en la provincia. En tanto, solo el “núcleo duro” de los ambientalistas quiere seguir adelante con las medidas de corte, a contramano de lo que piensa la “mayoría silenciosa” y los gobernantes del vecino país, según el comentario del diario bonaerense “La Nación”.
Indica este medio que el movimiento va perdiendo fuerza y que ya no es representativo del sentir de los entrerrianos, sino que por el contrario predomina el sentimiento de que debe aislarse el conflicto y tender lazos hacia el Uruguay para beneficio común.
Expresa el comentario que siguiendo los deseos de la Casa Rosada, que desde hace rato quiere ver terminado el conflicto abierto con Uruguay por la intransigencia de los asambleístas, Urribarri decidió exponer a los manifestantes a una nueva negativa al levantamiento del corte que sostienen desde noviembre de 2006. Una situación que le ha valido a la Asamblea “un aislacionismo creciente de las autoridades nacionales y provinciales, y la indiferencia de muchos dirigentes”, que no concuerdan con la táctica del corte perpetuo. “Es hora de parar la mano”, les dijo el citado gobernador a los asambleístas, sin lugar a demasiados eufemismos, al aclararles que son muchas las localidades entrerrianas que esperan normalizar los lazos con sus pares uruguayos al otro lado del río. Relaciones estancadas por un conflicto que Urribarri pretende “encapsular”, y destrabar con ello algo mucho más importante: los dañados vínculos entre el gobierno argentino y el del uruguayo Tabaré Vázquez, sostiene. Señala el matutino que Urribarri debió soportar las críticas de los asambleístas, indignados por recientes aseveraciones del mandatario provincial --que reiteró en privado-- sobre la inexistencia de pruebas concretas de contaminación originadas por la producción de la planta de Botnia en Fray Bentos. “No puede decir lo que dijo. Complica todo el reclamo”, dijo a La Nación una fuente de la Asamblea, que adjudica las palabras del gobernador a presuntas instrucciones del Gobierno para terminar con las protestas cuanto antes.
Agregaron que las palabras de Urribarri molestaron a la asesora legal de la Cancillería, Susana Ruiz Cerruti, encargada del reclamo argentino ante el Tribunal Internacional de La Haya. El kirchnerismo, que acompañó el reclamo de Gualeguaychú --y hasta lo declaró “causa nacional”, según palabras del ex presidente Néstor Kirchner--, ha iniciado hace tiempo una política para desandar el camino elegido.
Según el diario el gobierno no puede por el momento, “torcer el brazo” de los asambleístas, y cree que podría provocar el efecto contrario al deseado si decide ahondar su dureza. A pesar de las invocaciones al diálogo, según fuentes de la Asamblea Urribarri podría afrontar una previsible reacción en cadena, ya que está dominada cada vez más por la intransigencia minoritaria de unos pocos ante el hastío creciente de la mayoría silenciosa. “Ya no tenemos más ganas de luchar, y como no nos dan otra opción, seguimos en el corte”, dicen en reserva algunos asambleístas.
Durante la charla, que tuvo momentos ríspidos y algún grito intempestivo, Urribarri se permitió ahondar en la línea crítica, aunque también esbozó algunas salidas para el atolladero. Prometió ayuda a los asambleístas para posibles campañas de concientización y hasta acompañar un eventual reclamo ante el Parlamento Europeo, si es que los asambleístas decidían levantar el corte de la Ruta 136, que va hacia el puente que une Gualeguaychú con Fray Bentos, consignó el diario argentino.
Sin embargo se le respondió que levantar el corte sería visto como “una señal de debilidad”, por lo que desde ambos lados la sensación era de frustración y los asambleístas de la línea dura afirmaron que se preparan para continuar con el corte en Gualeguaychú. El gobierno, que se resiste al uso de la fuerza para desalojarlos, envió otro ultimátum que puede desembocar en una nueva tormenta.