Paysandú, Domingo 11 de Enero de 2009
Opinion | 05 Ene Nadie que viva en el Interior puede ignorar a esta altura que el centralismo es un mal endémico en el Uruguay, y que trasciende los gobiernos, lo que ha quedado demostrado con el acceso del Frente Amplio al poder, desde que por encima de la retórica descentralizadora, la dirigencia capitalina de todos los partidos sigue adoptando decisiones en función exclusivamente de los intereses de Montevideo.
El último ejemplo, aunque no el más importante, es el referido a la “rebaja” en diez pesos del kilo del asado, que rige solo para Montevideo, según se desprende de las reglas de juego, que involucran un acuerdo entre el gobierno, la industria frigorífica y los carniceros para extender hasta el 28 de febrero un régimen especial que contempla esta reducción de precios.
Por supuesto, una rebaja del asado no le va a cambiar la vida a los “uruguayos” y tampoco lo haría para los del Interior, pero igualmente el hecho denota la forma fácil en que se adoptan decisiones en y para Montevideo, como si el plumazo gubernamental pudiera tener extensión mágica a la realidad del Interior.
Tampoco existe mucho interés por averiguarla, por supuesto, y mucho menos cuando recién se pudo llegar a un acuerdo para el Sur del Santa Lucía, muy trabajoso, temporal y limitado a determinado corte que por cierto no es el más popular, como tampoco fue en su momento el “asado del Pepe”, que no existió para el Interior y que tampoco importó mucho que no haya llegado, desde que para una familia tipo el disponer del supuesto corte barato no le significaba nada, como sería por ejemplo la carne picada y cortes que sí importarían para las necesidades de alimentación de los sectores de menores ingresos.
Por lo tanto esta “rebaja” también quedará en el anecdotario como una decisión de neto cuño centralista, simplemente como un dato estadístico más en el largo rosario de cuentas que proviene desde hace décadas y que también este gobierno se ha decidido a engrosar con decisiones que no han tenido en cuenta la problemática nacional y se ha priorizado en cambio la de Montevideo.
Pero no todos han sido golpes en la herradura, porque la Administración Vázquez ha dado en el clavo en más de una oportunidad: contrariamente a lo que hicieron sus antecesores en la titularidad del Poder Ejecutivo, este gobierno “trancó” el delirante proyecto del puente Colonia-Buenos Aires, una iniciativa de neto corte centralista, contraria a los intereses del Interior y el desarrollo armónico de un país en el que ya hay flagrantes asimetrías.
Tampoco debe perderse de vista que en su momento Ancap y el equipo económico de gobierno asumieron la realidad de la problemática de frontera de Paysandú y el Litoral Norte respecto al trasiego de naftas en la zona y su consecuente repercusión en el ingreso de mercadería al margen de las normas legales por efecto del “viaje redondo” de quienes iban por combustible y de paso efectuaban sus compras en la vecina orilla. Fue así que se instrumentó el régimen de exoneración parcial de los impuestos de las naftas para su compra con una rebaja del orden del 28 por ciento, lo que ha permitido atenuar las diferencias de precios y por lo tanto desestimular el trasiego, en una decisión que beneficia a la zona y al país y que sin embargo no había sido adoptada por el gobierno anterior, ante un escenario similar y planteos del mismo tenor de las fuerzas vivas locales.
En cambio, la creación del fideicomiso y el subsidio al gasoil para el transporte ha tenido un neto corte centralista, desde que se ha favorecido notoriamente al transporte colectivo de Montevideo, a través de un subsidio del precio del boleto que paga todo el país, con la posibilidad ahora de que sea modificado y extendido, pero siempre con el Interior como el pato de la boda.
Lamentablemente, las decisiones de este tipo han primado en el balance general y las que han favorecido al Interior han sido esporádicas y muy puntuales, pero también debe tenerse presente que para poder hacerlo se ha contado con la complicidad, la anuencia y/o la prescindencia de legisladores y dirigentes políticos del Interior, incluidos intendentes, que han sido obsecuentes con la dirigencia central en lugar de plantarse firme en defensa de sus departamentos y regiones.
Y este aspecto debe ser tenido en cuenta por los ciudadanos cuando quienes así han actuado vengan a pedir el voto y se acuerden de los miles y miles de habitantes del Interior profundo, al que solo llegan pocas semanas antes de las elecciones, porque al igual que los intendentes oficialistas han estado más ocupados en hacer buena letra ante los mandamás de su partido que por responder a la confianza que en su momento le otorgaron los votantes de su terruño.
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