Paysandú, Domingo 11 de Enero de 2009
Locales | 11 Ene Sr. Julio Pintos Ruiz :
En la edición de EL TELEGRAFO del domingo 4 del corriente, fue publicada bajo su firma y en calidad de Intendente Departamental, o sea como representante de todos los sanduceros, una solicitada en respuesta a editorial del diario local fechado el día 30 de diciembre. En la misma expone usted una serie de conceptos que creo oportuno, como “simple ciudadana“, tener el derecho de responder.
En primer lugar quiero dejar en claro que no es mi intención salir en defensa del Gran diario del norte, que por supuesto no necesita defensores. Lo avalan 98 años de historia en la prensa nacional. En el primer párrafo de su exposición, lo que llama la atención, es el juzgamiento que usted realiza, no solo mediante una crítica directa al editorial publicado el día 30 de diciembre, referido al tránsito en nuestra ciudad, sino que va mucho más allá, al expresar “una cosa es estar en las antípodas ideológicas de la administración elegida por el pueblo uruguayo y también el sanducero como se demuestra a través de la línea editorial en forma cada vez más frecuente y ostensible en los últimos meses”. Interpreto entonces, que usted, como máxima jerarquía del departamento, coloca al diario El Telégrafo, en una posición ideológica opositora al gobierno nacional y departamental. Mire usted. Yo siempre pensé lo contrario. Si algo debiera usted reconocer, es que el diario local le brindó a sus antecesores en la Administración y le brinda a la suya, muchas veces, demasiado espacio. Es permanente caja de resonancia en titulares, fotos, crónicas, anuncios, promesas de realizaciones, que se arrastran desde mucho más allá del inicio de su administración. ¿Usted lee El Telégrafo todos los días?
Manifiesta usted en su solicitada: “Una cosa es discrepar con una medida determinada, o marcar una carencia o incluso un error de los que siempre se pueden cometer cuando se trabaja mucho todos los días y a la vista de todos (¿?) y otra cosa muy diferente es intentar torcer la realidad usando el poder de un medio de difusión del que se dispone: o se escribe con desconocimiento o hay intencionalidad”. La verdad, Intendente, que estas expresiones juzgando y prejuzgando intencionalidad en un medio de comunicación es realmente grave. Y lo es, más allá de que el contenido de sus expresiones en los párrafos posteriores puedan o no ajustarse a la realidad. Preocupa este juzgamiento.
¿Acaso significa una solapada presión? Este juzgar a medios de comunicación se ha vuelto reiterado en filas del Frente Amplio. Y esto no es un invento. Ya el lunes 26 de junio de 2006, el Sr. Presidente de la República atacó a los diarios El País, El Observador, Últimas Noticias, al semanario Búsqueda, a las radios Carve, El espectador, y Sarandí, a los canales 4 y 10, porque según él critican sistemáticamente la gestión del FA y actúan como opositores al Gobierno. Es ya costumbre de su fuerza política abrir el paraguas: “quién sabe qué van a decir los medios de comunicación”, “cuidado, que no nos tiren una cáscara de banana”. Es muy delicado todo esto. Usted, como Intendente, tiene derecho a defender su gestión, tiene derecho a abrir el paraguas cuando lo quiera abrir, pero esto, sin atacar a ningún medio de comunicación, fundamento y garantía, cada uno de ellos, de la libertad y democracia que queremos la inmensa mayoría de “uruguayas y uruguayos”. Usted tiene derecho también a defender a sus funcionarios, como en este caso a los de Tránsito, los que según sus expresiones “cuentan con el respaldo de este Intendente y de su equipo“. Lo cierto es que, a pesar de que se han incorporado una importante cantidad de funcionarios en esta área, el tránsito en Paysandú sigue siendo caótico. Cuando usted se molesta, porque a su juicio el editorialista de El Telégrafo hace una apología a romper las normas, porque al final el que respeta es un tonto, créame que eso es lo que piensa el que se ajusta a las disposiciones y ve pasar a su lado cientos de infractores sin que pase nada. Yo no sé si estaré tan distraída, pero no he visto en estos tiempos de tanta gente en la calle, la presencia real y efectiva de inspectores, ni en el centro, ni en los barrios, ni en una esquina estratégica. ¿Será que están afectados a la zona de playas?
¿Que la tarea del Inspector es arriesgada y delicada? Claro que lo es. ¿No les hicieron hasta un estudio psicológico? Pero quien la acepta, sabe que se va a enfrentar a irrespetuosos, desubicados, anarquistas, a los que no les importa a veces ni su propia vida. Y de esto usted no tiene la culpa, ni tampoco la tiene El Telégrafo, si es que hay culpables de lo que nos está pasando como sociedad. La causas son mucho más profundas y van mucho más allá de los cimientos que usted dice estar construyendo desde hace ya tres años y medio. Discrepo además con usted, cuando manifiesta que en Educación Vial se formó un equipo de trabajo que ha hecho una siembra silenciosa dando charlas, entregando material didáctico a miles de niños y que “nunca se había hecho algo ni aproximado a esto en Paysandú”. ¡Qué poca memoria, Intendente! Usted estaba en otra cosa. La soberbia es mala consejera. ¿No le contó el actual Director de Movilidad Urbana y Transporte de la Intendencia Municipal, Comisario Sergio Cohelo, que él mismo formó parte del grupo que desde la Escuela de Policía realizaba educación vial a niños, choferes de empresas, taxistas, etcétera. Y esto fue durante años. Si me parece ver a Jorge Scarpiny, o a un mucho más joven Jhonny Rodríguez dando charlas en las escuelas, entregando material y hasta habían instalado en el mismo patio de la Escuela de Policía un símil de calles con semáforos, para que los niños aprendieran seguridad vial. No quite méritos a quienes lo merecen, Intendente. Paysandú no nació cuando el Frente accedió al Gobierno. Ya había mucha cosa hecha, mucho construido, más allá de los cimientos. En el Departamento y en el País. Y sin tantos consultores y asesores como pagamos hoy.
Es cierto que el parque automotor ha aumentado, y mucho. Es cierto que no se puede poner un inspector en cada esquina. Usted no tiene la culpa de que parte de la sociedad esté como está. Algo nos está pasando. Algo que es responsabilidad de todos y, por lo tanto, no es responsabilidad de nadie. Aquí tendríamos que entrar a hablar de valores, de educación, de familia, pero como dice al cerrar sus crónicas un conocido corresponsal de El Telégrafo: “Esa, esa es otra historia”.
Respetuosamente, Ayiyú Baptista Buidid
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