Paysandú, Martes 13 de Enero de 2009
Opinion | 06 Ene En las encuestas que se han realizado sobre la incidencia que podría tener la crisis financiera internacional en nuestro país, los uruguayos expresan en su gran mayoría que creen que nos va a afectar mucho más que lo que ha ocurrido hasta ahora, pero a la vez indican que personalmente entienden que les va a ir bien, y que la cosa no va a pasar a mayores en su caso.
Esta manera optimista de ver las cosas –también podría catalogarse como de ligera, en determinados casos-- contrasta con la actitud generalmente pesimista que tenemos los uruguayos, y una clara muestra de como se perciben las cosas lo tenemos en el intenso movimiento que se ha registradoen las fiestas tradicionales, incluyendo la de Reyes, en pleno desarrollo.
Este panorama contrasta con lo que se está viviendo en Estados Unidos, donde las ventas han caído a niveles nunca vistos en medio siglo, o en varios países europeos, donde se perfila la recesión, con pérdidas de millones de empleos.
Podría decirse que se está gastando ahora la bonanza que tuvimos durante prácticamente todo 2008, y que va a quedar el “pozo” una vez transcurran las festividades. Puede ser, pero no debe perderse de vista que el movimiento genera más movimiento, y que estamos en realidad ante reciclaje de dinero que aumenta la calidad de vida. El gasto de unos por estas fiestas, y en cualquier época del año, representa a la vez los ingresos que tienen otros sectores que viven de lo que venden, ya sea bienes como servicios. Y que mientras este circuito de dinero, de actividad, de dinámica, de trabajo, se de en el sector privado, las cosas van a ir mejor de lo que esperamos, porque es dinero que queda en la plaza, más allá del desequilibrio que pueda producir en la balanza comercial.
El gran problema se da cuando el que gasta es el Estado, que no tiene dinero propio y dispone solo del que saca a todos los contribuyentes a través de impuestos, cargas sociales, sobreprecios de tarifas, etc, quedándose con la parte del león y devolviendo solo una mínima porción a los ciudadanos, a la vez de hacerlo con poco criterio y a destiempo.
Por lo tanto es saludable que las ventas tengan una expresión dinámica, porque nos beneficia a todos, y el deseo al iniciarse un año que en los papeles se presenta como problemáica, es que ojalá nos dure los suficiente como para atravesar la crisis sin mayores sobresaltos. Y no es solo un decir.
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