Locales | 07 Ene El crimen DEL PENTOTAL
Hace 37 años en un día como el de la fecha --21 de diciembre de 1971-- el movimiento terrorista tupamaro que a sangre y fuego quizo destruir nuestras instituciones democráticas dejándonos el triste legado de una dictadura --que supimos combatir-- asesinaba al peón rural Pascasio Ramón Báez Mena, que al margen de toda actividad bélica y ni siquiera comprometido por la adhesión a ningún partido político, sólo buscaba un caballo perdido.
Engañado y por el único delito de haber descubierto sin querer, una tatusera, fue muerto cobardemente por medio de una sobredosis de pentotal sódico inyectada por el entonces practicante y actual médico Ismael Bassini Campiglia, de quien hoy muchos desconocemos el paradero, aunque otros afirman que está ahí nomás, entre nosotros, prestando servicios de salud solventados por el propio Estado.
Aquel humilde e inocente trabajador rural fue enterrado en el lugar y posteriormente exhumado el 20 de junio de 1972, seguramente sin el despliegue de prensa que hoy caracteriza a todas las búsquedas, procurando verdaderas pistas y hasta recogiendo las más disparatadas versiones de los que buscan imagen a cualquier costo. No sabemos si existen fotos del desenterramiento de Pascasio Báez; pero si se constataran por quienes se especializan en documentar la historia reciente, bueno sería que se incorporaran al Museo de la Memoria que parece solo estar preocupado por registrar episodios de medio punto.
Para quienes tenemos un especial concepto de los derechos humanos porque vivimos en un país donde la libertad costó muchos sacrificios para ser edificada, la muerte de aquel criollo que mereció otra suerte en su trabajo, seguirá siendo no solo una herida abierta en nuestra historia sino una referencia para las generaciones que, por fortuna no vivieron aquellas jornadas de la intolerancia, pero que tienen derecho a que les digan la verdad y toda la verdad. Rubens Walter Francolino