Opinion | 08 Ene El jefe de gabinete argentino, Sergio Massa, pidió reflexión a los pobladores de Gualeguaychú para que levanten el bloqueo que mantienen desde hace más de dos años en el puente Fray Bentos - Puerto Unzué, en rechazo a la planta de Botnia.
“Me parece que es muy importante que reflexionen, que entiendan que el corte no es la solución al problema. Hay otras herramientas que están en marcha”, señaló en declaraciones a la prensa tras participar en un acto encabezado por la presidenta Cristina Kirchner.
En una nueva embestida del grupo de piqueteros de Gualeguaychú, seguramente enfurecidos porque la mayoría de los argentinos está en contra de estas medidas y buen número de ellos veranea en Uruguay, han intentando bloquear los tres puentes que unen a Uruguay con Argentina.
Además, entre ellos existe malestar por el fracaso de la reunión que los asambleístas mantuvieron con el gobernador entrerriano Sergio Urribarri, en la que hubo un pedido oficial para que se levanten los bloqueos.
Frente a eso distintas instituciones y organizaciones no gubernamentales salieron al ruedo a hacer pública su postura contraria. La Asociación Hotelera Gastronómica de Concordia y el Ente Mixto de Turismo de esa ciudad pidieron que ni el campo ni las asambleas ambientales realicen cortes de ruta porque los “perjudican”. Aclararon que no están en contra de los reclamos, pero sí piden que se busquen otros métodos de protesta.
Es evidente que los perjudica. El turismo que llega a la zona utiliza el transporte terrestre, por lo que los bloqueos de rutas y cierres de frontera ocasionan retracción y pérdidas económicas en la temporada. La posibilidad de quedar varados uno, dos o tres días en la ruta con altas temperaturas no atrae a nadie, más aún si se trata de familias que viajan con niños.
Ante el perjuicio que estas medidas arbitrarias e irracionales ocasionan, ahora el gobierno argentino pide reflexión. Hace falta más que reflexión. Cuando las autoridades hacen ese pedido, hace más de dos años que Uruguay es rehén de un grupo de personas que, sin un argumento sólido y veraz asegura defender el medio ambiente pero que no hace otra cosas que luchar por sus propios intereses económicos.