Paysandú, Jueves 15 de Enero de 2009
Locales | 09 Ene Cuando transitamos por algunos caminos vecinales o por carretera llaman la atención unas torres que se utilizan para vigilar las extensas plantaciones de eucaliptos. Si bien poco sabemos de esas altas estructuras de hierro y madera, la curiosidad nos lleva a preguntarnos qué hará la persona que está allá arriba, a quien desde el llano no alcanzamos a distinguir.
Esos vigías de las alturas tienen la gran responsabilidad de controlar extensas plantaciones que requieren un celoso seguimiento ante la probabilidad de que tomen fuego. La forestación en nuestro país ha marcado un sostenido y decidido crecimiento, tapizando velozmente campos que otrora eran explotados en otras modalidades de cultivo. Ese incremento de montes ha demandado una fuerte inversión en equipamiento técnico y en personal capacitado.
En Paysandú parte de esos controles están a cargo de Rosario Hermoso, titular de una firma que presta servicios en el área de controles de incendios forestales para las empresas Cambium Uruguay, Forestal Oriental y Eufores, cubriendo una superficie aproximada a las 35.000 hectáreas. El servicio consta de 5 torres que cubren turnos de diez horas cada una, desde las 10 y hasta las 20. El sistema es controlado por una base de comunicaciones. Hermoso precisó que “ese primer informe permite visualizar en un mapa el estado de situación de los campos, haciendo las triangulaciones con la mayor precisión posible entre los puestos de observación. Funciona de acuerdo a los datos que proporciona cada torre y así procesa las características del siniestro e identifica en qué campo se registró el foco ígneo”.
Todas las empresas forestales trabajan en conjunto, facilitando de ese modo los operativos. La vigilancia está a cargo de una cuadrilla de combate y controladores ubicados en diferentes campos en los que siempre hay un funcionario observando, para lo cual utiliza un equipo llamado alidada, similar a un binocular pero de mayor precisión.
Todo humo que se observe debe ser reportado al control central, que designará al operario que se encuentre más cerca para verificar las características del foco y confirmar si se trata del inicio de un incendio.
El personal a cargo, en algunos momentos del año más mujeres que hombres, es entrenado en seguridad, vigilancia y en conocimiento del campo. A quienes suben a los miradores se les proporciona material de seguridad --casco, botas, arnés y un radiocomunicador que le permite reportarse permanentemente-- y lo hacen tras una muy rigurosa selección, atendiendo a las características individuales del personal.
Las torres se levantan hasta los 30 metros, dependiendo de las características topográficas y poseen una escalera interior para el ascenso y descenso del personal.
La primera que estuvo operativa se levantó el 1º de diciembre de 2000 en la zona de Gallinal y Cerro Chato.
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