Paysandú, Viernes 16 de Enero de 2009
Locales | 11 Ene Estamos viviendo en
el país del miedo
El Dr. Luis Alberto Lacalle ha dicho que uno de sus principales objetivos --si es ungido candidato primero y presidente después-- será el ejercicio irrestricto del poder, sin otros límites que los que le imponga la Constitución, pero jamás apelando a la hipocresía de querer quedar bien con unos y con otros, peor que peor con los delincuentes.
El estadista sostiene que, por obra del actual gobierno, hemos ingresado al país del miedo y en él nos desenvolvemos tras las rejas, las cadenas y las alarmas que terminamos por montar en nuestras propias casas para escapar al accionar de los malvivientes. Todos tienen miedo.
- Temen los veteranos. Temen que cuando llegue el esperado día de cobro --generalmente de su pasividad-- el arrebatador esté al acecho para empujar, golpear y despojarlo de la mensualidad. Teme porque la soledad, de por sí angustiante, se llena de miedo al golpe en la puerta que puede ser el correo o el repartidor, pero bien puede ser también el que, empujón mediante, ingrese a la casa a cometer sus tropelías.
- Temen los más jóvenes. Desde la escuela están aprendiendo que entre los propios compañeros se puede originar violencia, descargada contra los profesores, contra el edificio a menudo destruido o saqueado. Temen que las banditas de patoteros puedan codiciar una mochila o un par de championes y obligar a que les sean entregados.
- Hay miedo a salir a un baile o una reunión de familia, porque ida y sobre todo regreso, son una aventura que en el ómnibus o en la calle puede terminar en robo o violación. Temen ir al fútbol.
- Temen los comerciantes. Desde el propietario de una cadena de supermercados cuya remesa de dinero o fondos para los sueldos son presa codiciada, hasta el almacenero del barrio que vende con libreta y que en su mercadería tiene concentrado todo su patrimonio.
-Temen los padres. Porque hasta que oyen el último cierre de puerta nocturno, no saben si sus hijos volverán. Temen cuando van o vuelven del trabajo. Se dan vuelta antes de intentar abrir la puerta, pues esa sombra o aquel árbol pueden ser refugio de un maleante.
-Teme el rico y teme el pobre. Aquel porque lo mucho atrae al ladrón, el pobre porque lo poco que tiene (televisor, motociclo y acaso computadora) es fruto de cuotas y privaciones y no se pueden reponer. Pero hoy, aquí y ahora, otro miedo nos invade –insiste el Dr. Lacalle.
-Temen el periodista y el dueño del medio de prensa. Tienen miedo porque han sido amenazados por el gobierno, que califica a los medios de comunicación de amigos y enemigos.
Al periodista ese miedo le hace vacilar ante el micrófono, la cámara de TV o el procesador, vaya que se le ocurra un adjetivo “opositor” y pierda el trabajo. Al dueño se le ocurre que los avisadores le pueden llamar --quizá por haber recibido antes otro llamado-- para decirle que no van a contratar publicidad porque al gobierno no le gusta ese medio.
-Teme el empresario, al que le pueden ocupar el predio, utilizar la maquinaria, liquidar los clientes y fundir el negocio. Teme el trabajador no sindicalizado, porque a él no se le ampara; a él se le agrede para que las minorías hagan de mayoría.
-Temen todos a los fiscales que se sometan a las indicaciones del poder y temen porque las órdenes judiciales dependen, a veces, de que la Ministra del Interior quiera o no cumplirlas o aconsejen a los jueces lo que deben hacer.
-Temen los propietarios a las ocupaciones de campos y bienes urbanos, cuando ven que prosperan esas actividades sin que se les ponga remedio.
-Teme el inversor que, llegado a nuestra tierra para hacer algún negocio, se entera de que aquí se usa el derecho en vez de la Ley, se considera al que arriesga capital un mal y se preconiza la lucha de clases. Aunque ello le parece increíble, vuelve a hacer las maletas y se va en busca de otros mejores horizontes.
-Temen los padres y abuelos, --agregamos-- porque sus hijos y nietos en liceos y en escuelas sean víctimas de falsos profesores y maestros, que al servicio de sus intereses ideológicos les cuenten las cosas a su manera y le den las vueltas que quieren a lo que llaman “la historia reciente”, transformando a los subversivos en luchadores sociales, sin respeto alguno por los que supimos enfrentar la Dictadura que nos legaron y que muchos nos dejaron solos.
-Tenemos temor que el actual gobierno siga el camino de Chávez o de Kirchner y que el sistema democrático tal como lo entendemos se corrompa como en la Argentina o Venezuela. Que se planteen constituyentes que fabriquen una carta magna a medida a los que hoy ocupan el poder, recortando derechos ganados en un siglo de lucha por la libertad.
Que nos embarque en dependencia política con los vecinos, a través de organismos en los que siempre seremos apéndice de Brasil y Argentina. Que se admita como normal que los presidentes de otros países aconsejen a quién votar y financien campañas de algunos candidatos.
-Todos tenemos miedo. Algunas veces es provocado por lo imprevisto; otras por la acción del poder.
Aquel es parte de la vida, esta es la infame consecuencia del desborde antidemocrático y antinacional. De uno nos defenderemos con rejas y como podamos.
Del otro resistiendo cívicamente, es decir votando lo que entendemos será mejor.
Rubens Walter Francolino
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