Paysandú, Viernes 16 de Enero de 2009
Locales | 14 Ene Comparto la mayoría de los argumentos esgrimidos en contra de la ley que consagra poder elegir el sexo judicialmente. El editorialista de El País del domingo 21 indica que fue votado solamente por la mayoría frentista, y agrega que: “Quieren poner todo al revés, patas para arriba... Para ellos como para Discépolo, todo es igual, nada es mejor”.
Señala también que la enorme incongruencia no es propia de un orden jurídico sino de un gran desorden.
En varias ocasiones he enviado a distintos medios que considero democráticos, mis interpretaciones de la aplicación, a rajatabla, de las recomendaciones de Antonio Gramsci por el Frente Amplio. Nació en Italia en 1891, fue amigo personal de Lenin, Trostki, Kamenev, Zinoviev, Bujarin, Rikov, en suma la flor y nata de la dirigencia bolchevique de 1917. Pero al igual que éstos, crítico de la política de Stalin.
Murió en 1937 muy enfermo, luego de pasar nueve años en una cárcel de Mussolini, cosa que algunos dicen, lo salvó de la larga mano de Stalin como no pudieron sus otros tovarichs (camaradas).
En esos nueve años pergeñó una teoría que, llevada a cabo, permitiera al comunismo llegar al poder en elecciones libres. ¡Y vaya que lo ensayaron tanto en Italia como en Francia, donde ganaron varias alcaldías! En una de ellas llegaron a ponerle José Stalin a la academia militar donde se graduó nada menos que Napoleón. Los escritos se denominan “Cuadernos de Gramsci” y en términos generales aconsejan que todos aquellos problemas sociales, económicos o culturales que sufra el gobierno, hay que tratar de empeorarlos, no destacar ningún logro, al contrario, minimizarlos. Y referido al partido gobernante, del momento y del pasado, destacar cada error, corrupción, etcétera. Y minimizar los aciertos por más destacados que sean. Si un militante marxista resulta descubierto, debe ser enseguida declarado traidor, infiltrado por la burguesía en su plan de ataque a las clases populares y, fascista. Siempre utilizar el término como calificativo (hoy Chávez --seguidor dicho por él-- de Gramsci utiliza “aspirante a peón del imperio”).
Hacer mucha propaganda de cualquier logro que pueda satisfacer a un sector social, dando argumentos a la militancia para poder desplegarse en ámbitos, hasta ese momento, difíciles de acceder. No aceptar ningún tipo de revisionismo de lo actuado en cualquier parte, por camaradas, todo es cosa pasada, aunque se trate de destierros, encarcelamientos, fusilamientos, etcétera. En cambio sí lo que se trate de los partidos tradicionales (en Francia era el gaullismo y el socialismo en Italia la Democracia Cristiana), la situación debe aparecer desastrosa para que, incluso liberales centristas apoyen. Recalca que se debe “copar” la cultura, y desarrolla toda una teoría para lograrlo. (Fue aplicada acá con mucha meticulosidad desde 1950). Pero por suerte, en Europa no tuvo el mismo éxito.
Gramsci se refirió lógicamente, a Europa pero yo estoy convencido que encontró sus mejores alumnos y ejecutores en la izquierda uruguaya. A veces, oigo a integrantes del Frente y estoy “releyendo” a Gramsci.
Una de las razones por las que se enojaron con Vázquez es por resaltar la participación de algún tradicional político en algún logro; por ejemplo invitó a Batlle a la instalación del Instituto Pasteur, a Villar a la reinauguración de Funsa, reconoció algunos logros de dirigentes democráticos, como la distinción que hizo más de una vez al Dr. Lacalle, tan vapuleado por los demás.
Vázquez recalcó más de una vez el clima de tolerancia y alto sentido cívico de la población y, eso se consolidó en ¡170! años. Ahora ya no, pero flameaban el argumento que con la victoria aplastante obtenida es porque la mayoría está de acuerdo con lo que hacen, pero más de uno, en los medios les indicaron que también Hitler y Mussolini llegaron al poder en elecciones libres y por mayoría aplastante.
Recomendación principalísima de Gramsci: “Desconocer la propiedad privada de los medios de producción y de la tierra” así no más, argumentando dentro de lo que permite el Derecho imperante, discutiendo hechos consumados (ocupaciones) resistiendo todo lo posible antes de llegar a la fuerza, buscando que, paulatinamente, vayan cambiando el Derecho.
Dice Gramsci: “La tortuga va lenta pero llega”.
Soy batllista desde 1948, me inicié en la oficina inscriptora que funcionaba en el diario El Día, leyendo al Dr. Domingo Arena, y milité en la lista 15, después, en la 99. Llegué a conocer a Gramsci por un librito que me obsequiaron en 1960. Lo presté a varios conocidos, en esa época no había mucha fotocopiadora, apenas el mimeógrafo, caro y difícil. No sé dónde terminó, pero me quedó grabado en la memoria, con el tiempo me di cuenta que mi antimarxismo es visceral, no responde a clase social ni siquiera económica porque en mis 78 años de vida viví, siempre, con los ingresos del mes.
Y ahí, como dice Sergio Abreu, funcionan los aparatos (gramscistas, agrego yo). En la tertulia de El Espectador alguien preguntó porqué en la elección de autoridades del PIT-CNT está propuesto Luis Puig que representa al Sindicato de El Gas, que son apenas 200, mientras hay gremios de miles de integrantes que no tienen representación en la Central.
En fin, sé que me pueden considerar loco con derecho, no importa, si esta nota sirve para que uno de ustedes se empape de la doctrina de Gramsci y compruebe su aplicación en el Frente.
Sus seguidores, la Sociedad Gramsci Internacional, han publicado textos edulcorantes de las teorías de este pensador, están en las librerías con el título “Gramsci para principiantes”. Lo pesado circula entre militantes adoctrinadores.
Indudablemente, para mí fue un sabio, ideó un sistema de iniciación y escalas inspirado en Hermes, el sabio egipcio que hace 4000 años ideó la discusión de la filosofía hermética para ir formando cuadros a medida que se capaciten.
Atentamente,
José Enrique Palacios
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