Opinion | 15 Ene ¿A quién no le gusta ver engrosado el sobre de su sueldo? Todos queremos ganar más, no hay dudas. Sin embargo, hay reclamos que no resultan razonables y nunca acaban. Este es el caso de los trabajadores estatales, que nuevamente están en conflicto en reclamo por aumentos salariales.
La Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado, que nuclea a los sindicatos de la Administración Central, reclama un aumento salarial de 11% para 2009 en lugar del 7% decretado por el Poder Ejecutivo. Los sindicalistas entienden que con un ajuste de 7% no se alcanzará el 17% de recuperación salarial acumulada prometido para 2009 ni el 19,5% prometido para 2010. Hasta ahora los funcionarios recuperaron 14,3%.
Pero no son los únicos. La Mesa Sindical Coordinadora de Entes advirtió que si no se mejora la propuesta, habrá movilizaciones conjuntas con los trabajadores de la Administración Central. La coordinadora, que reúne a los sindicatos de los entes y servicios descentralizados, pretende un aumento del 10,7%, desglosado en un 9,2% por concepto de inflación más un 1,5% por recuperación. El incremento ofrecido por el Ejecutivo a los trabajadores de las empresas públicas, retroactivo al primero de enero, es de un 6,5%.
Los funcionarios se mantienen en conflicto, preparan una movilización y hasta posibles ocupaciones de oficinas públicas. Si no se llega a un acuerdo que conforme –aunque sea por un tiempito- a los estatales, nuevamente empezarán los paros. Si bien se debe reconocer que la paralización de tareas es un derecho sindical de todo trabajador, en el caso de los estatales, perjudica enormemente a todo el país, no solo en lo económico sino también en funcionamiento de las oficinas del Estado.
Los estatales reclaman mayor aumento, pero parecen olvidar los numerosos beneficios y privilegios que la mayoría de los trabajadores privados no tiene. Tan solo por citar algunos: semana laboral de cinco días, premios por presentismo, primas por antigüedad, matrimonio y nacimiento. En algunos casos, cuota alimentación y pago por productividad. Sin embargo y a pesar de todo esto, siempre hay reclamos y disconformidad.