Paysandú, Martes 20 de Enero de 2009
Opinion | 19 Ene Este 2009 la sensibilidad de la población y sobre todo de los políticos estará cada vez más a flor de piel a medida que se acerque octubre, lo que indica que lamentablemente será terreno propicio para golpes de efecto tanto del gobierno como de la oposición, para ver quién queda en mejor posición ante el electorado y sobre todo quién da el paso en falso.
Y decimos lamentablemente, porque lo coyuntural, lo inmediato y lo efímero primará sobre las acciones y proyectos a mediano y largo plazo, aunque se diga lo contrario. Este verano, con medio gobierno de vacaciones --incluido el presidente Tabaré Vázquez-- es tal vez el único período de este año en que todavía podrían adoptarse algunas acciones de fondo sin el apremio de los inmediatismos electorales, pero lo que no se hizo en cuatro años difícilmente pueda hacerse en pocas semanas de trabajo real.
Con todo, debe evaluarse como legítima y bien intencionada la inquietud que manifiesta el Poder Ejecutivo, a través de Vázquez y sus directos colaboradores, por la evolución de los índices inflacionarios, que como ha sido una constante en el último año sobre todo, ha castigado como nunca a los sectores de menores ingresos por el alza persistente de los productos de la canasta familiar, muy por encima del promedio general.
El mandatario interrumpió sus vacaciones, que dedica a la pesca en aguas del Río de la Plata, para reunirse con sus ministros en la residencia de Suárez y Reyes, donde instruyó a sus directos colaboradores sobre las medidas que deberán llevarse a cabo si no se logra persuadir a los especuladores de que rebajen los precios y se pongan a tono con la evolución de la cotización de la materia prima en el mercado internacional.
El jefe de Estado se manifestó especialmente preocupado por el alza en los precios de la carne, que volvieron a aumentar en los últimos días pese a que el Poder Ejecutivo había anunciado que a través de un acuerdo con los industriales se iban a mantener los valores y hasta a instrumentar una rebaja de diez pesos en el asado, en la capital.
Con un índice inflacionario del 9,19% en 2008 y un fuerte arrastre para enero por el empuje registrado en diciembre, se ha generado la comprensible inquietud en esferas oficiales de que el alza retroalimente subas en otros rubros, con la consecuente erosión de salarios y pasividades, lo que a la vez también presionaría demandas salariales y haría más compleja aún la negociación con los funcionarios públicos agremiados en COFE, que están reclamando incrementos muy por encima del 7% dispuesto por el Poder Ejecutivo.
Voceros del entorno de Vázquez han amenazado con eliminar el reintegro de impuestos indirectos a las exportaciones de carne, la aplicación de impuestos (detracciones) o la prohibición de exportar carne si los empresarios no se avienen a trasladar la rebaja al consumo.
También se hizo hincapié en que en los rubros que han subido últimamente se está ante maniobras de especuladores, por cuanto el equipo económico de gobierno aparentemente no encuentra otras explicaciones para estos reajustes, que repercuten directamente en el bolsillo del consumidor y pueden dar origen a una realimentación de precios que evolucione hacia una espiral inflacionaria.
Claro que en este análisis el gobierno busca la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio, desde que las causas de la inflación son múltiples, incluyendo las inherentes a expectativas, y el gasto público es un factor que no puede ser disociado de este escenario. También están los ajustes resultantes de los Consejos de Salarios y retroactividades, con acuerdos alcanzados para una realidad diferente a los tiempos de crisis que se avecinan, aunque es bien sabido que para los gremios y el gobierno que los apaña las empresas siempre tendrán margen para aumentar el gasto en salarios. Con una Rendición de Cuentas que potenció el gasto público sobre la base de la bonanza de 2008, que tendrá que ser afrontado con lo que se recaude de un 2009 con impacto de la crisis internacional, aumentos de salarios en el Estado que se incorporan como gastos fijos, así como reajuste de tarifas en empresas públicas y un valor de los combustibles que sigue muy por encima del que debería tener –principalmente el gasoil-- cuando el barril de crudo está a 40 dólares, el gobierno está mentando la soga en la casa del ahorcado.
Y luego que tanto alardeó con que contaba con “espacio fiscal” para aumentar el gasto, y lo utilizó con este fin, dio un paso en falso que ahora estamos pagando, desde que ese espacio hubiera podido utilizarse para establecer exoneraciones tributarias y aflojar la presión fiscal en general, incluyendo una rebaja del IVA, para rebajar costos y hacer descender los precios de los artículos de primera necesidad, en vez de culpar a los especuladores por distorsiones que también el gobierno ha generado.
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