Paysandú, Domingo 25 de Enero de 2009
Locales | 18 Ene Anarquía y algo más
Estamos en una de las ciudades de menor crecimiento y futuro inmediato del Uruguay. Con un río privilegiado y una extensa cosata, no nos da vergüenza el despegue de otros, que con criterio y sentimientos localistas se esmeran en captar todas las posibilidades de desarrollo. En nuestra principal avenida costanera, el tránsito es caótico y desenfrenado.
Unas pocas motos, con sus escapes libres, deambulan por la ciudad hasta altas horas de la madrugada y sumadas a las carreras de autos, impiden el normal y legítimo derecho al descanso. Los inspectores siguen aferrados al cobro de multas en el centro de la ciudad que, por tener calles de una sola mano, hacen intrascendente la medida de llevar las luces encendidas, mientras son permanentes las infracciones en otros puntos de la ciudad, sin que tengan las sanciones correspondientes. Como complemento, los perros sueltos, con sus ladridos, aumentan el descontrolado ruino nocturno.
Seguimos en una amplia zona costera con los repugnantes olores en las inmediaciones del Obelisco, alejando a los turistas y desalentando la inversión y el crecimiento, en una zona que debería ser residencial. Damos vías de ferrocarril enterradas, que, cual, fantasmas, de resurgir, darían el certificado de defunción a la zona más atractiva y preferida por los sanduceros, y eliminarían cualquier emprendimiento sobre Carlos Albo, calle que debería ser el ingreso rápido desde el puente hasta el centro de la ciudad.
Las patotas de malvivientes, creciendo en número, audacia e impunidad, imponen temor al pleno disfrute de la naturaleza. Vivimos encerrados en nuestras casas, rodeados por rejas y aún con alarmas, las horas que estamos ausentes tenemos el pensamiento puesto en nuestro hogar.
A nivel nacional, cuesta creer que desde hace meses se hable solo de posibles candidatos, ocupando el espacio oral, escrito y televisivo, distrayendo a tal punto las funciones del Gobierno, que se enteran de la sequía más importante de los últimos años leyendo en la prensa las consecuencias y perjuicios que está causando.
En los años que llevan gobernando, ni el propio ex ministro de Ganadería y actual candidato a la Presidencia pudo contra la burocracia, de un país enfermo por ella, y aún hoy, que un empresario hizo las gestiones para traer cebada argentina a bajo precio para raciones, cuando llegó al Ministerio, le informaron que en el mejor de los casos llevaría unos 45 días los trámites correspondientes.
Las medidas, que en la mini seca anterior que afectó al país, apuntaban a los alumbramientos de agua y a las represas. Después de 2 años y medio de solicitud de un pozo, y contando con la aprobación del geólogo y un agrónomo, se hizo la inversión en forma privada, al igual que algunos tajamares, porque nunca llegó una respuesta.
Si seguimos con la misma burocracia y apetitos de poder y solo nos importa la captación del voto, y le sumamos el fortalecimiento sindical ¿Quién podrá gobernar ante una nueva crisis? Esperemos que una vez terminado el verano de arenas calientes y aguas saladas se recomponga un equipo de gobierno que encare los problemas que se nos avecinan y que imprudentemente tratan de quitarle importancia, estimulando el autoconsumo, como si nada hubiera pasado en el convulsionado mundo en que vivimos. G.J.D.
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