Paysandú, Domingo 25 de Enero de 2009
Locales | 18 Ene Mi querido Hospital
Dicen que el vecino es el familiar que tenemos más cerca, por eso cuando la vecina que trabaja de doméstica me pide que le saque fecha en el Hospital para consultar un médico, le digo que sí; además creo en aquello de “hacer el bien sin mirar a quien”. También recuerdo que hace pocos días leí y ví en los medios a doña Salomé batiendo el parche a la gente diciendo que ya no habrá más colas para pedir fechas, se instalaron en red cuatro PC y otras tantas ventanillas para atención del público, por lo que pienso que la tarea encomendada será como “raspar y comer”.
Llego al viejo y querido Hospital Galán y Rocha y en el recinto de entrada hay una muchedumbre y cuatro colas, además de la gente que espera en Recaudación, los que están para Carné de Asistencia y los que van y vienen en un desfile interminable. Allí se ve la pobreza, miseria e incultura de nuestra gente, esta etnia formada por negros, criollos y europeos llamada “uruguayos”, los de la garra Charrúa (¡nada que ver!), mal vestidos, desprolijos, sucios, malolientes; mujeres “casiniñas” preñadas mostrando sus pancitas desnutridas con los ombligos como que van a estallar y con un tatuaje en “el anca”, pardas mestizas teñidas de rubio; sus parejas “pibes planchas” de colitas, caravanas y tatuajes; vagos inconscientes que traen hijos al mundo por joda nomás. Viejos con muletas y bastones, solos, movilizándose con dificultad, gastados de pasar mal, harapientos, tristes, desdentados, sobreviviendo con prestaciones miserables y recuerdo la remuneración hoy de Diputados y Senadores: $203.358 y en silencio mastico rabia viendo tanta injusticia.
Hay una larga cola para las ventanillas 1 y 2 y más cortas para las otras. Me ubico en la Nº 3 que está frente a las puertas de los baños, y cada vez que alguien entra o sale de ahí, el olor es insoportable. Cuento cuantas personas hay delante mío, son once, miro el reloj: son las 10.17. Va muy despacio, hay gente que protesta a viva voz y otros que mora la hora, abandonan la cola y se van presurosos. Por fin llego a la ventanilla, me entregan el documento y miro el reloj: son las 12.12. He pasado parado una hora y cincuenta y cinco minutos, o 115 minutos, que dividido 12 usuarios nos da 9,5 y fraccción para la expedición de cada fecha. ¿No será mucho para un sistema PC? Y no lo digo yo, está allí en el disco duro para que doña Salomé constate si tiene dudas y no se regale haciendo manifestaciones públicas de grandes logros que nada tienen que ver con la triste realidad.
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