Opinion | 23 Ene El carnaval desembarcó en los barrios sanduceros y la afluencia de público respondió con avidez a la propuesta impulsada desde la Comisión de Carnaval y Fiestas. Son seis jornadas planificadas para que los 15 grupos prueben su repertorio con micrófonos y público y para que los sanduceros vayan entrando en “ambiente” de carnaval.
Durante varios años los espectáculos carnavaleros estuvieron circunscriptos al concurso oficial de agrupaciones y algunas “noches de carnaval” organizadas durante la Semana de la Cerveza o la Fiesta de la Prensa.
La iniciativa es un buen preámbulo para el concurso de carnaval y da la posibilidad a quienes gustan del mismo de disfrutar gratuitamente de un adelanto. Para los grupos resulta una oportunidad vital de probar los efectos de su repertorio con espectadores y puede significar un “buen gancho” para captar seguidores.
Al mismo tiempo la presencia de los grupos y la afluencia de público interesado en escucharlos logra una buena movida en distintos puntos de la ciudad y son un aporte al aprovechamiento e incluso descubrimiento de espacios públicos que están próximos y generalmente subaprovechados.
La desaparición de los tablados barriales organizados por clubes deportivos o cooperativas de vivienda nos había hecho olvidar el hábito de disfrutar carnaval en el barrio y la sana costumbre de aprovechar la baja de temperatura nocturna concurriendo con silla playera, termo y mate. Es en ese sentido que la realización de espectáculos –de carnaval en este caso pero como también fueron las recorridas de la banda municipal u otros puntuales-- son una buena contribución a la participación ciudadana, esa que es espontánea, distendida y por lo tanto se disfruta mejor.