Paysandú, Domingo 25 de Enero de 2009
Opinion | 25 Ene Meses atrás la Intendencia dispuso de un funcionario para arrear equinos y vacunos que son liberados en la vía pública por sus dueños. La medida fue tomada luego de que ocurriera un accidente entre una moto y un caballo suelto en la Costanera Norte en horas de la madrugada, que milagrosamente solo resultó en algunas heridas para el motociclista, aunque pudo haberle costado la vida.
El hecho es que esa práctica imprudente se mantiene desde tiempos inmemoriales, por la acción de sanduceros que generalmente usan estos animales como herramientas de trabajo, aunque no tienen el espacio mínimo para mantenerlos. Por eso es que principalmente de noche es posible encontrar grupos de hasta veinte caballos dispersos en calles, avenidas y plazas incluso del área céntrica, alimentándose del pasto de los canteros y destruyendo jardines. Pero el mayor problema consiste en que son un riesgo para el tránsito, dado que estos animales son de reacción rápida e impredecible, pastan donde casi no hay luz y por tanto se vuelven casi invisibles, a pesar de su tamaño, a los ojos de un conductor.
Es por eso que si se busca seguridad en el tránsito, es imperioso eliminar este riesgo durante la noche. Todas las madrugadas decenas de caballos deambulan por los márgenes de la costanera, por donde también transitan desprevenidos turistas --muchos de los cuales tomaron equivocadamente el camino hacia Paysandú en el desvío frente a la CARU--, trabajadores y vecinos de Nuevo Paysandú así como jóvenes que en moto o en auto pasean por la costa.
El peligro se multiplica porque sigue vigente la disposición municipal tomada durante la crisis energética de 2007, por la cual solo se deja encendida una luz por medio en las columnas de alumbrado público. Así, en las sombras que quedan entre los picos de luz es imposible divisar cualquier obstáculo hasta que ya es demasiado tarde para reaccionar.
Por lo tanto, bienvenida la iniciativa municipal de quitar estos animales de la vía pública, pero es preciso encontrar una solución para la noche. De nada sirve comenzar las rondas a las 7 de la mañana, porque para ese momento el dueño ya se habrá encargado de retirarlos. Si hubiera un desgraciado accidente, nadie se hará responsable, por lo que la Intendencia tiene que volver a tomar cartas en el asunto.
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