Opinion | 27 Ene Uno de los aspectos más temidos como repercusión de la crisis financiera internacional es la firme posibilidad de que sobre todo las naciones desarrolladas, amparadas en sus reservas, reactiven o potencien sus esquemas de subsidios con los que protegen a sus sectores productivos e industria manufacturera, en perjuicio de países del Tercer Mundo que no tienen medios para competir, y que solo quedarían en condiciones de ser abastecedores de materia prima para dar trabajo en las naciones ricas.
Por esta vía solo se lograría agravar la proyección y consecuencias de la crisis, desde que el encierro de cada uno para autoprotección significa, de generalizarse, la receta más segura para que el mundo ingrese en una recesión profunda y desempleo, cada vez más difícil de revertir. En este contexto, debe preocupar –y ocupar-- el anuncio de que la Unión Europea reintroducirá subsidios para la exportación de productos lácteos, a efectos de ayudar a los ganaderos a afrontar la caída de precios, pese a las protestas de los productores extranjeros.
Igualmente, gobernantes del Viejo Mundo se han apresurado a advertir que esta vez no se reingresará a los excesos proteccionistas que caracterizaron la década de 1980, y de acuerdo a lo expresado por Michael Mann, vocero de la Comisaría de Agricultura, “no estamos anticipando un retorno a los viejos días de montañas de mantequilla y lagos de leche”.
Consideró que “se trata de una situación provisional de crisis en el mercado”, teniendo en cuenta que los precios de la leche en 25 estados miembros de la unión cayeron sostenidamente desde octubre de 2007, por lo que ya se definió adquirir hasta 30.000 toneladas de manteca y 109.000 de leche en polvo a precios determinados, lo que ha generado airadas protestas de productores australianos y neozelandeses, como así también de otros países productores.
El reclamo no da para menos, desde que el retorno a viejas prácticas conlleva poner a rodar una bola de nieve que nunca se sabe cuanto podría crecer y, de generalizarse, se llevaría al mundo a un retroceso enorme en materia de comercio.