Opinion | 29 Ene La Intendencia de Montevideo impulsa un proyecto para prohibir la colocación de carteles publicitarios en árboles y columnas, así como la distribución de volantes en las calles durante la campaña para las elecciones internas de junio y presidenciales de octubre.
La reglamentación, que deberá ser aprobada por la Junta Departamental tras el receso de enero, contiene elementos que no fueron contemplados por antiguas reglamentaciones y tiene en cuenta zonas protegidas. De acuerdo a la iniciativa, se prohibirá la publicidad en árboles, pavimento de aceras o calzadas, columnas del alumbrado público, plazas, parques, playas, edificios públicos, cementerios, monumentos y obras de arte. También se incluye entre las prohibiciones la distribución o lanzamiento en la vía pública de prospectos, programas, anuncios u hojas sueltas.
Sin dudas la comuna pretende evitar la previsible inundación de carteles --que incluso llegan a entorpecer la visibilidad en el tránsito--, pegadas y pintadas. Porque, además de dejar una ciudad en pésimo estado, tiene un costo importante en cuanto a limpieza.
Sería bueno que la comuna sanducera encarara un proyecto similar por el bien de nuestra ciudad. Es que luego de cada campaña, la ciudad queda tapada de carteles, pintarrajeadas y pegatinas por cuanto rincón hay. Y con el paso de los años la cuestión se agiganta, pues las agencias de publicidad mejoran su desempeño y los clubes políticos perfeccionan su ingenio para mostrar a su candidatos.
Además, como ha sucedido en anteriores campañas electores, los sectores políticos ingresan en una especie de competencia por quién tiene más y mayores carteles, y las pintadas y pegadas se suceden una encima de la otra. Lo malo es que todo permanece por mucho tiempo, pues ni agencias ni clubes políticos asumen luego la –también-- prometida limpieza, que cae sobre los hombros de la Intendencia.
Por eso, es mejor prevenir que curar.