Opinion | 31 Ene A través del Ministerio de Economía y Finanzas, el gobierno nacional está analizando la posibilidad de instrumentar un nuevo subsidio al transporte urbano de pasajeros de Montevideo, así como algunos tramos del transporte suburbano –por supuesto que del área metropolitana- a través de un mecanismo distinto al fideicomiso del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, según manifestó recientemente a EL TELEGRAFO el titular de esta cartera, Víctor Rossi.
De acuerdo a lo señalado por el secretario de Estado, se trata de “una decisión antiinflacionaria, que tomó la cartera de Economía anteriormente” y que “ahora se plantea reintegrar”, a la vez de subrayar que el anterior subsidio, del orden de los 20 millones de dólares, se prolongó hasta fines del año pasado y actualmente “lo que está planteando Economía es continuar con esa política en beneficio de los usuarios” capitalinos.
Los jerarcas del gobierno nacional, por supuesto, están siempre pendientes y decidiendo en función de lo que ocurre en Montevideo, el leit motiv de sus desvelos, por lo que entienden como la cosa más natural del mundo que se controle la “inflación” que refleja el Indice de Precios al Consumo (IPC) y la sensación térmica que se da en Montevideo, porque es el lugar que realmente importa.
Así, se piensa instituir un nuevo subsidio, que pagará todo el país, para que el usuario capitalino tenga el boleto más barato, porque es “una política más de coyuntura”, motivada por la necesidad de luchar contra el proceso inflacionario donde realmente vale la pena para los gobernantes de turno.
La nueva decisión de neto cuño centralista, que prioriza Montevideo cueste lo que cueste, indica que pasan los gobiernos de todos los partidos, pero se reedita la constante de que la visión montevideana de la realidad del país hace perder de vista la referencia nacional, la integralidad del Uruguay como país, y se hace realidad una y otra vez, en toda coyuntura, que para el gobierno central lo que no pasa en Montevideo... simplemente no pasa.