Paysandú, Domingo 08 de Febrero de 2009

Déficit en la cultura de la prevención

Opinion | 03 Feb La falta de concientización, y a veces de conocimiento, pero también mucho de irresponsabilidad, es un estigma que pende sobre culturas como la nuestra, donde el subdesarrollo e idiosincrasia son determinantes para que a la escasez de recursos se agregue el desinterés y desaprensión respecto a hacer lo que se debe hacer y actuar con responsabilidad para ahorrarnos males a nosotros mismos y al prójimo.
Uno de los aspectos en que esta reflexión se aplica a rajatabla, lamentablemente, refiere a las acciones simples de prevención que corresponde adoptar, para evitar que tengan manifestación endémica, y ocasionalmente empujes epidémicos, enfermedades como la hidatidosis y el Mal de Chagas, a lo que se agrega el dengue, en el subcontinente sudamericano, con proyección también sobre Uruguay, donde debería ser mucho más fácil erradicar estos flagelos por nuestro tamaño y composición socioeconómica, que en países vecinos, donde hay muy amplios nichos de pobreza extrema y dificultades adicionales por la distribución territoriral.
Recientes estudios realizados por la Comisión Nacional de Hidatidosis, a través de sus respectivas comisiones departamentales, indican que la media nacional de afectación por quiste hidático es de entre el 1 y el 1,5 por ciento, con notoria prevalencia en las áreas rurales, donde la zoonosis se manifiesta con carácter endémico.
Y tenemos hidatidosis, de la que son víctimas personas de toda edad, porque en los establecimientos rurales se alimenta a los perros con achuras, cuando a esta altura todo el mundo sabe que no debe hacerse o se debe previamente hervir concienzudamente las vísceras, y a la vez encarar la dosificación periódica del can. Si tenemos hidatidosis, incluso en niños, es porque se sigue actuando desaprensivamente y con manifestación de la cultura del subdesarrollo, la del todo vale, y la de creer que simplemente las recomendaciones se hacen porque sí o porque la cosa no es tan importante. Invariablemente, cuando el mal ya está hecho y nos toca de cerca, viene el desconsuelo y el tardío arrepentimiento.
Es precisamente el gran contrasentido de una sociedad encerrada en sí misma y que establece prioridades en forma muy peculiar y con sentido individual, perdiendo de vista el sentir colectivo que también repercute en lo personal, aunque hay una percepción muy difusa al respecto. Otra manifestación notoria de esta actitud la percibimos directamente los sanduceros ante la displicencia e indiferencia que el ciudadano común ha asumido ante el avance incontenible de los focos del mosquito aedes aegypti, al que se le puede combatir fácilmente por el simple expediente de no mantener a la intemperie recipientes que almacenen agua, y evitar tener durante días depósitos de agua limpia, a la vez de fumigar periódicamente.
Sin embargo, esta simple medida es ignorada y desestimada por gran parte de la población, que afecta a quienes sí asumen las responsabilidades, y están advertidos de que sin vector es imposible que se den casos de dengue autóctono en nuestro medio. Pero el mosquito existe, lamentablemente, y peor aún, se está extendiendo porque no hay conciencia de la importancia de la prevención, y que de poco y nada vale que se fumigue y se hagan relevamientos si la población no coopera, sin fisuras en la contención del insecto.
Encima, como ocurre cada verano, estamos ante empujes de epidemia de dengue en Brasil, Bolivia y Paraguay, en una época de intenso tránsito turístico hacia nuestro país, fundamentalmente a través del puente “General Artigas”, lo que constituye un factor de riesgo adicional que debería llamar a reflexión a quienes así actúan.
Otra enfermedad que es estigma del subdesarrollo, como el Mal de Chagas, también se da en nuestro país, y aunque se ha reducido su incidencia, todavía existe en forma endémica en diversas áreas, sobre todo del noreste del territorio nacional, incluso en el este de nuestro departamento.
Como la hidatidosis, se requiere controlar el vector de transmisión al ser humano, en este caso un tipo de vinchuca, a la que se combate quitándole habitat y fumigando las áreas de difusión, sobre todo mejorando las construcciones, limpiando gallineros y otros lugares en los que encuentran condiciones para su desarrollo.
En todos los casos, el común denominador es un déficit en responsabilidad y concientización, que pasa por la educación pero también por cambiar costumbres hondamente arraigadas, que nos cuestan decenas de vidas humanas al año y situaciones traumáticas de por vida, en muchos casos.


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