Paysandú, Domingo 08 de Febrero de 2009
Locales | 08 Feb Una de las causas que se piden a los educadores, tanto padres como profesores, es que tengan unos objetivos claros en su quehacer, de forma que no improvisen en cada ocasión en que tienen que actuar o tomar una decisión.
Estos objetivos o proyecto educativo tienen que ser fruto de la reflexión y esto exige abandonar el mundo exterior y centrarse sobre sí mismo para elaborar los datos obtenidos de la observación externa, formular juicios y proyectar acciones futuras.
Esta reflexión es el elemento típico que hace humano a un aprendizaje y le diferencia del aprendizaje animal.
Por parte del profesor se exige reflexionar sobre el propio trabajo con profundidad, rigor y creatividad, con el fin de encontrar soluciones de mejora en su tarea docente.
Por parte de los padres esta reflexión sería tarea de ambos cónyuges para alcanzar un conocimiento preciso de cada hijo, con sus posibilidades y dificultades, y establecer entre ambos unas normas claras de funcionamiento en el hogar y en los estudios. En ocasiones tendrán que contar también con la opinión del tutor o los profesores del colegio para que haya coherencia entre lo que se hace en el colegio y en casa. También los alumnos han de desarrollar su propio criterio sobre la base de la reflexión.
En primer lugar han de buscar el sentido de lo que estudian. En ocasiones la tarea escolar resulta tediosa y aburrida porque el estudiante no sabe por qué y para qué estudia aquello que le obligan desde fuera.
Es decir, no tiene conciencia del sentido de lo que está haciendo o que su aprendizaje no es significativo. También los estudiantes han de desarrollar el espíritu crítico ante la televisión, el cine, Internet y el resto de los medios de comunicación para distinguir las verdades de las opiniones manipuladoras.
Este espíritu crítico exige reflexión conjunta con los padres y los hijos, sin menospreciar el quehacer del centro educativo en este sentido.
Pero la reflexión en los tiempos actuales es una tarea ardua y llena de dificultades. Por una parte la avalancha de información que nos llega a través de la televisión, la radio, internet, etc. que arrastran al hombre hacia afuera quitándole el reposo necesario para hacerse dueño de su propia vida. Por otra parte, la prisa de hacer las cosas rápidamente y esperar los frutos inmediatos sin vivir la necesaria paciencia y reposo. La reflexión exige silencio en un mundo lleno de música y ruidos diversos y centrarse sobre si mismo en un mundo exterior con abundantes imágenes de todo tipo.
Solzhenitsyn dijo: “¿Cómo proteger el derecho de nuestros oídos al silencio y el de nuestros ojos a la visión interior?” Estas son las condiciones necesarias para hacer posible la reflexión.
Después de analizar la realidad educativa, el educador promueve nuevas programaciones, nuevos ejercicios y formas de enseñar, ejerciendo su creatividad. También el alumno ha de fomentar la creatividad, no sólo en el área de Plástica sino en todo su quehacer. Se podría afirmar que no hay una educación completa si no se promueve y desarrolla la capacidad creativa y reflexiva del alumno.
Arturo Ramo García. Inspector de Educación TERUEL.
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