Paysandú, Martes 10 de Febrero de 2009
Opinion | 08 Feb Inflación es el término que define el aumento en la carestía de productos, bienes y servicios. Dado que resultaría imposible hacer un relevamiento de los precios de todos los productos que se comercializan en un país, para determinar la evolución de los mismos los organismos especializados hacen un relevamiento de los que consideran tienen mayor impacto en la economía de una familia tipo, adjudicándoles una participación específica en la encuesta de acuerdo al supuesto peso en la canasta familiar.
Por tal motivo un crecimiento espectacular en determinado rubro no necesariamente dispara el índice de inflación, mientras que un leve aumento en otro de mayor peso en la estadística implica una variación mayor. Pero dada la naturaleza de la medición, existen diferencias en la resultante de los aumentos de acuerdo a las características de cada hogar. A modo de ejemplo, si se dispara el precio de los alquileres pero baja el precio de la carne, para un inquilino puede resultar más oneroso el pago mensual de su vivienda que el ahorro que pueda obtener en algunos kilogramos de carne que consume en el mes, y sin embargo la inflación resultante podría representar estabilidad en el mercado. Pero en general, en una economía libre los precios responden en forma similar a ciertos parámetros generales, como los incrementos en los costos derivados de los aumentos de impuestos y salarios, la energía o factores externos e internos, como mayor o menor demanda o valores internacionales de los productos comercializados. Por tal motivo, la estadística que evalúa el porcentaje de inflación en tales casos refleja en forma bastante aproximada lo tendencia general de los precios.
Actualmente el Gobierno impulsa un plan con el fin de evitar un aumento de dicho índice por encima del 10%, que automáticamente dispararía cláusulas gatillo en los salarios que obligan a un reajuste semestral, lo que a su vez redundaría en mayor inflación, dado que las empresas que no puedan absorberlo deberán trasladarlo a sus productos. Para ello dispuso ciertas medidas como la exoneración de impuestos a frutas y verduras, retraso en los aumentos de la energía y acuerdos con los comerciantes para contener los precios de los artículos de mayor peso significativo en la estadística. Esto seguramente ayuda a que otros productos alcancen cierta estabilidad, por ejemplo porque la energía incide en mucho en la producción, pero en otros aspectos puede no tener mayor relevancia.
Es por eso que cabe la pregunta si todas estas acciones en definitiva no terminan maquillando la realidad, ocultando incrementos que se disparan por fuera de los productos que son tenidos en cuenta por el Ministerio de Economía.
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