Paysandú, Miércoles 11 de Febrero de 2009
Opinion | 07 Feb Mientras en Buenos Aires el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, afirmó que la mancha que fue detectada en el río Uruguay frente a Gualeguaychú es “una floración de microalgas verdes” y no pasta de celulosa, según los análisis arrojados por los laboratorios, los activistas de esa ciudad procuraban a toda costa “demostrar” que en realidad estamos ante poco menos que un complot para ocultar que la empresa Botnia está contaminando con celulosa el curso de agua, y así se mantiene fiel a su tradición de arrimar agua a su molino, por lo menos sembrando confusión.“Estamos en posición de considerar que es una floración de microalgas verdes, no hay pasta celulosa en el agua”, afirmó Fernández durante una rueda de prensa en la Casa Rosada, tras lo cual confirmó la “presencia de una floración de microalgas verdes”, aunque aclaró que “estamos determinando la concentración de toxinas”. Luego, al referirse a los cortes de rutas en Entre Ríos, Fernández señaló que “nosotros nunca estuvimos de acuerdo con los cortes en Gualeguaychú ni en ningún lugar del país”.
El ministro de Justicia brindó una rueda de prensa en Casa Rosada, tras informar a la presidenta, Cristina Fernández, sobre los resultados de los análisis de las universidades contratadas por la Secretaría de Ambiente, que encabeza Homero Bibiloni.
Según trascendió, serían los propios productos con los que el campo fumiga en la zona entrerriana los que son arrastrados por la lluvia hacia el río e incentivan la sobreproducción de algas allí, de acuerdo a las informaciones que provienen desde la vecina orilla.
Los datos del jerarca argentino coinciden con lo manifestado horas antes por el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente de nuestro país, Carlos Colacce, quien aseguró que la coloración de las aguas respondía a la formación de algas y que “no tiene nada que ver” con la planta de elaboración de pasta de celulosa.
Claro, en la tesis de “cuanto peor, mejor” para la causa de los activistas, éstos, y algunos dirigentes entrerrianos, como el ex gobernador Jorge Busti, se apresuraron en cuestionar a Botnia y al gobierno de Tabaré Vázquez por la mancha que resultó ser una formación de algas. El integrante de la Asamblea Ambiental Ciudadana de Gualeguaychú, José Pouler, manifestó sus “dudas” respecto al resultado de las muestras de agua del río Uruguay que dio a conocer el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, y dijo que “así sea una floración de algas, como dicen, habría que preguntarse por qué ocurre justamente en la zona cercana a Botnia y no frente a Concepción del Uruguay, a Colón o a Concordia”. De esta manera siembra la duda ante una población ignorante de la problemática del río Uruguay, que como todos los habitantes ribereños sabemos desconocen la grave situación que padecen sus aguas por floraciones algales orginadas en el lago de Salto Grande, que incluso dificultan la potabilización del agua en ciudades norteñas.
También expresó que “son muchas las dudas que nos quedan y Fernández no las terminó de despejar”, para acotar que los activistas quieren conocer los análisis realizados por la Municipalidad de Gualeguaychú. Para Pouler, “está claro que no podemos confiar en el gobierno nacional”, porque los piqueteros no transan con nadie que no adhiera en un cien por ciento con lo que proclaman o se atreva siquiera a poner en duda que lo que sostienen los fundamentalistas es la verdad absoluta.
Lamentablemente, en cada episodio los activistas confirman que su extremismo no acepta medias tintas, y que quien no está con ellos y solo reclama que se diga la verdad sin prejuicios, es un “enemigo” o un “traidor”, y que al fin de cuentas está bien distorsionar los hechos o por lo menos sembrar dudas sobre estudios técnicamente irrefutables que demuestran que no existe contaminación, porque la causa está por encima de todo, y que el fin justifica los medios.
En este caso tampoco les sirvió la aclaración de que la mancha verde venía desde aguas arriba de Botnia, por lo que nunca podía haber sido consecuencia de vertidos de la planta, como tampoco les sirvió el estudio de un organismo argentino que daba cuenta sin lugar a ninguna duda que no se había registrado contaminación en el río Uruguay como consecuencia de la operativa de la fábrica.
Y si bien el grupo de exaltados sigue perjudicando a la región, tanto en Uruguay como en Argentina, el paso del tiempo inexorablemente va haciendo su obra, al punto de que se están quedando solos, huérfanos de apoyo, porque han saturado con su intransigencia hasta a quienes en principio eran sus compañeros de ruta en este movimiento y se van quedando con los más extremistas y delirantes, capaces de hacer mucho daño, todavía, lamentablemente.
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