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Paysandú, Sábado 14 de Febrero de 2009

Una dulce, muy dulce revancha

Deportes | 09 Feb Salto 1 Paysandú 2
Escenario: Estadio Dickinson. Público: 3.000 personas. Arbitros: Walter Lima, Daniel Canto y Luis Alzua (Artigas).
Salto: Diego Burgos; Juan Viera, Fabio Fernández (St.8’ Emilio Silva), Jorge Alvez, Nelbis Fernández; Antonio Gómez (St.12’ Pablo González), Guillermo Coelho, José Di Nápoli, Juan Iriarte; Víctor La Luz (St.10’ Fabricio Lairihoy) y Gustavo Caraballo. DT: Ramón Rivas.
Paysandú: Federico Acosta; Ariel Chubrega, Pablo Delgado, Julio Martínez, Luis Romero; Claudio Inella, Adolfo Cubilla; Richard Acosta (St.40’ Nicolás Vieira), Jonathan Píriz (St.35’ Marcos Barga); Ernesto Laca (St.24’ Sebastián Alegre) y Pablo Piñeiro. DT: Sergio Esquivel.
Goles: Pt.18’ Fabio Fernández; St.8’ Pablo Piñeiro, 45’ Sebastián Alegre.
SALTO (Por Santiago Balbis, enviado especial). La historia dirá si sirve para festejar el Clausura. Las fechas que quedan de esta segunda rueda del Litoral Norte marcarán el camino para conocer si se podrá o no estar en la definición. Pero nada, absolutamente nada, le quitará a esta joven selección de Paysandú el haberse quedado con el clásico ante Salto como visita.
Nada evitará que el equipo orientado por Sergio Esquivel sienta el dulce sabor de la venganza deportiva, el haberle pagado a los salteños con la misma moneda con la que sellaron aquella dolorosa derrota para Paysandú en el Apertura.
Esta vez el clásico fue sanducero, y fuera de casa. Ninguno de los hinchas que llegaron al Dickinson podía esperar esa estocada final de Piñeiro, que corrió sobre la hora como un rayo para ganarle la posición a un defensa desesperado, que vio pasar al delantero sanducero una y otra vez a lo largo de todo el partido.
Nadie esperaba que esa corrida final, que terminó con la pelota enviada directamente al ingresado Alegre, quien fue el encargado de enmudecer al estadio salteño como hace algunas semanas sucedió con el Estadio Artigas.
Era el 2 a 1; era el triunfo merecido por lo realizado en el primer tiempo. Era el triunfo sufrido por los embates salteños que complicaron y mucho, una y otra vez en los últimos 25 minutos.
Era la revancha soñada de un grupo joven que sintió vergüenza después de aquel resultado adverso cosechado en casa. Era el dar otro paso al objetivo del Clausura, más allá de que Artigas venga con viento en la camiseta.
Fue aprovechar las ganas de la mejor manera; morder cada pelota como si fuera la última, aunque las piernas comenzaran a sentir el cansancio. Fue suspirar aliviado cuando las manos de Acosta taparon una y otra vez los intentos de Salto, que dominó en el complemento luego de que Paysandú le perdonara la vida en varias ocasiones en el primer tiempo.
Fue justamente en esa primera etapa en la que Paysandú mostró lo mejor. Porque dominó en la cancha, probó de media distancia y el golero detuvo un claro remate de gol de Acosta.
Pero sería Salto el que se pondría en ventaja inmerecidamente, con un cabezazo tras un tiro libre a modo de córner corto. Fue un baldazo de agua fría pero Paysandú hizo de tripas corazón. Nubló la cabeza en obtener su objetivo, en no darse por vencido y seguir lastimando con Piñeiro a la cabeza.
Paysandú llegó una y otra vez, pero no había caso. Probó de todos lados, pero sobre todo intentó siempre jugar al fútbol, tocar en corto y buscar la velocidad de un Piñeiro intratable a lo largo de todo el partido.
Y el delantero tendría su premio. Es cierto, debió esperar hasta los 8 minutos del complemento; pero se dio el gusto de festejar el empate, que no conformó a Paysandú.
Pero llegarían minutos difíciles. Promediando los 20 minutos Paysandú se replegó demasiado y, con Salto plantado en cancha sanducera, una y otra vez habría que suspirar ante las tapadas de Acosta, o por el excelente desempeño de Delgado, una de las grandes figuras del partido.
Sobre el final reaccionaría Paysandú y gracias a la velocidad de Piñeiro. Una corrida del delantero mereció expulsión de Nelbis Fernández, pero el árbitro solo mostró una desteñida amarilla. Es cierto, de poco hubiera servido la tarjeta roja cuando iban 43 minutos del complemento. Pero esa falla arbitral sirvió para que la rebeldía sanducera volviera a aparecer y se desconcertara una vez más a la defensa local con aquella corrida de Piñeiro, que derivó en el triunfo sanducero.
Fue la revancha. Una dulce venganza que debe servir para seguir peleando y extender esta reacción futbolística de Paysandú. Y fue, también, el premio a un castigado grupo que en silencio le puso el pecho a las balas desde el principio, sin tener ninguna protección.


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