Paysandú, Miércoles 18 de Febrero de 2009
Opinion | 12 Feb Aunque en el ámbito del gobierno han admitido que la inseguridad es un problema real en el país y que no se trata de la manida “sensación térmica” que ha servido de excusa para no adoptar medidas efectivas, de vez en cuando algún portavoz o integrante de la fuerza de gobierno no puede con su genio y se niega a admitir la entidad de este flagelo, que dentro de los cambios ha sido seguramente el que ha tenido mayor repercusión --negativa por cierto-- en la calidad de vida del ciudadano.
La inseguridad no empezó en la Administración Vázquez, por supuesto, pero sí se acentuó a grado extremo porque el gobierno ha preferido situarse en una nebulosa y ha asumido que al fin de cuentas los delincuentes no son tan culpables como los integrantes de una sociedad que los ha marginado, y de ahí que aparecieran ejemplares como el ex ministro del Interior José Díaz, mucho más preocupado por la situación de los presos y del hacinamiento en las cárceles, que por proteger a los ciudadanos víctimas de los antisociales.
Pero algo se ha evolucionado, y con la ministra Daisy Tourné, aunque sea a regañadientes, se ha reconocido que hay un problema real y que es preciso hacer algo al respecto, además de haber hecho el curso de “aprenda a cabalgar en quince días” y pasar revista a las tropas haciendo gala de lo casi bien que monta a caballo.
Pero algo es precisamente eso, insuficiente y sin mayor convencimiento. Esa característica de la citada evolución marca claramente lo que hace falta para lograr ejecutividad y efectividad de las medidas. Pero mientras algo se ha avanzado por lo menos, en cuanto las autoridades aceptan parte de la realidad, nos encontramos con expresiones del precandidato “oficial” del Frente Amplio, José Mujica, cuando en el marco de su campaña preelectoral advirtió que “me tienen podrido con eso de la inseguridad”, y que quienes así se lo manifiestan es porque “no pasaron por San Pablo, Rio de Janeiro, Buenos Aires o Caracas”, lo que indica que está afiliado a la ley de Murphy que sostiene que siempre se puede estar peor, por lo que según él, no se contenta el que no quiere. Por supuesto, también podemos retorcer este criterio y decir que los uruguayos nadamos en la abundancia porque tenemos mucho mejor calidad de vida que los habitantes de Sierra Leona. Pero lo que debe hacerse es discernir cómo estamos realmente y por qué hemos llegado a esta situación de inseguridad que sienten los uruguayos, mal que le pese a Mujica y se manifieste “podrido” porque la gente, porfiadamente, siente que el gobierno está haciendo muy poco para protegerlos.
El también senador Eleuterio Fernández Huidobro está menos “podrido” que su colega de sector, José Mujica, e incluso hasta convencido de que la inseguridad no es un invento sino una situación real en el país, por lo que razonó que los uruguayos deberían aprender a tirar con armas de fuego en tanto el Estado no pueda cumplir con su obligación de protegerlos.
El otro precandidato, Danilo Astori, mucho más consciente de la situación, o más a tono con lo que piensa el electorado en cuanto a la severidad del asunto reconoció que la inseguridad es “un problema importante” y se mostró partidario de conformar un gabinete de seguridad integrado por los ministerios de Interior, Economía y Desarrollo Social. Eso pinta la idea de que antes que ejecutividad para atender la necesidad de respuestas inmediatas, promovería políticas de mediano y largo plazo que son necesarias, sí, y que deben instrumentarse, pero en forma paralela a las medidas inmediatas que hasta ahora no ha querido aplicar el Poder Ejecutivo. Seguramente que también en su calidad de hombre de las finanzas, Astori sabe la importancia de la seguridad para captar inversiones, ya que este factor es muy tenido en cuenta por los empresarios extrajeros al momento de decidir una inversión. Sin embargo una perla más en este collar de contradicciones e imágenes ante el electorado la ha aportado recientemente la ministra Daisy Tourné, quien ha descubierto, no sin mucho esfuerzo, en los contactos con menores infractores, que éstos tienen impregnada una cultura de la impunidad que “no es buena pedagógicamente”.
Da para reflexionar el poder de “percepción” de la realidad que tiene la ministra ante lo que sufrimos los uruguayos todos los días con la minoridad que roba, saquea y agrede a la población, y nos permitimos señalarle que “pedagógicamente” los ciudadanos también estamos “podridos” --como dice el precandidato de su partido-- de que pretendan tomarnos por tontos.
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