Paysandú, Jueves 19 de Febrero de 2009
Locales | 13 Feb Durante todo este tiempo algunos de los que vivimos en la ciudad nos hemos asomado a realidades desconocidas. Una de ellas y quizás la más impactante es el número de personas que habita en el ámbito rural. Para nuestra sorpresa, durante una permanente recorrida por diferentes puntos del departamento hemos podido comprobar que en esos lugares cada vez hay menos gente. Tanto que hemos escuchado a los propios técnicos afirmar que “en la campaña la población no llega a los 200.000 habitantes”.
Son varios los factores que han generado el vaciamiento de estas tierras, pero lo real es que la gente busca otros horizontes porque “en el campo cada vez hay menos posibilidades”.
De acuerdo a sus testimonios y el de quienes han expresado su preocupación en esta sección, los llamados monocultivos --en este caso los eucaliptos-- contratan mucho menos mano de obra de la que uno pueda imaginar.
Algunos productores han sido contundentes al expresar que en muchos casos se ofrecen fuertes sumas de dinero por tal o cual parcela. Otras tantas veces, el chacrero agobiado por las deudas decide vender sus tierras a valores irrisorios. En esos diálogos hemos escuchado por ejemplo que una hectárea llegará en 2010 a la poco creíble suma de 12.000 dólares.
Pero repasemos otros números. Uruguay se ha caracterizado históricamente por la ganadería extensiva de ovinos y vacunos, pero la producción ha sido considerada como la peor en cuanto a la cantidad de empleos generados por hectárea.
Más acá en el tiempo, la polémica producción forestal ha resultado ser terrible para los trabajadores rurales. Según cita el periodista Hernán López Echagüe en su libro “Crónica del ocaso”, datos surgidos del Censo Agropecuario de 2000 indican que la cantidad de trabajadores permanentes por cada mil hectáreas forestadas es de 4,49.
La producción de ganado de consumo genera 5,85 empleos permanentes en la misma extensión; la producción de ovinos demanda 9,18 empleos y éstas junto a la producción arrocera llegan a 7,75, transformándose en las áreas de las peores estadísticas.
En el extremo opuesto se encuentran la producción para el autoconsumo, que ofrece 262 empleos por mil hectáreas; la avicultura 211, la vitivinicultura 165, la horticultura 133 y la producción de cerdos 128.
En medio se ubican la producción de leche con 22 empleos por mil hectáreas, los servicios de maquinaria 20 y los cultivos cerealeros e industriales 10. Esas cifras contrastan con los datos del citado libro que indican que sobre un total de 660.000 hectáreas, la forestación ha generado apenas 2.900 empleos estables y permanentes, con el agregado de que la forestación ha desplazado a otras producciones y generado profundos cambios en la flora y la fauna.
Entre ellos, la invasión de cruceras y yararás, que han matado cerdos, vacas y terneros, caballos y perros, llegando a la no menos preocupante aparición en los fondos de las casas de familia. Por otra parte, aumenta la población de jabalíes, que atacan a los cultivos y matan animales de mediano y pequeño porte, amenazando con transformarse en otra plaga nacional. A todo eso se suma el aumento de pozos que se secan, la masiva aplicación de agroquímicos y el cambio en las rutas migratorias de las aves silvestres, todos indicadores de cambios que preocupan a los habitantes del campo.
Ricardo Cattani
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