Paysandú, Jueves 19 de Febrero de 2009

Y si la plata no importa, también podríamos cultivar café…

Opinion | 19 Feb Las dudas por decir lo menos-, que arroja no solo la ecuación económica inicial sino la viabilidad del complejo sucroalcoholero de Bella Unión, lamentablemente no es solo un problema de Ancap ni del gobierno que lo ha llevado adelante contra viento y marea, sino de todos los uruguayos, porque el costo de la empresa y sus pérdidas son financiadas por todos los ciudadanos, teniendo en cuenta que el consumidor no tiene dónde elegir ante un ente que monopoliza el refinado y la venta de combustibles, que está en condiciones --y lo hace-- de fijar las a tarifas a su antojo para encubrir entuertos de esta envergadura.
El doctor Rodolfo Canabal, destacado columnista de EL TELEGRAFO, recoge en reciente comentario las conclusiones de un estudio realizado por una agrupación de profesionales universitarios, de diversas carreras y disciplinas, denominada “Alternativa Universitaria”, la que desde el punto de vista técnico extrae conclusiones que coinciden con una visión de simple sentido común en base a experiencias en otras latitudes, ante el costo que ha tenido improvisar cuando se pretende por la vía de volcar ingentes recursos torcer el curso de la naturaleza, que siempre termina por imponerse.
Más de una vez desde estas páginas hemos señalado que la siembra y explotación de caña de azúcar en el Uruguay, para su uso como materia prima, tanto en la producción de azúcar como de biocombustible, es el equivalente a producir por estas latitudes bananas o café, es decir una irracionalidad desde el punto de vista biológico y a la vez antieconómica, a menos que ir a la ruina no nos importe.
Por supuesto, un privado no podría hacerlo, desde que es un acto suicida, pero sí lo está haciendo el Estado uruguayo, con el dinero de todos los ciudadanos, a los que no se les ha consultado si tienen interés de tirar dinero a un barril sin fondo en un proyecto que es solo del gobierno de turno.
Unos pocos elementos de la larga nómina que desgrana Canabal en su artículo --a cual más contundente--- bastan para ubicarnos respecto a la improcedencia de esta aventura de decenas de millones de dólares en la zona fronteriza, que tiene carácter voluntarista, que es llevada adelante con el argumento de atender una situación social que nadie puede negar, pero que requiere soluciones reales y proyectos autosustentables, en vez de cruzadas alejadas de la razón.
Así, el grupo universitario analiza que el complejo de Bella Unión es el más austral del mundo, y se ubica varios cientos de kilómetros al sur del centro de producción ubicado más al sur, lo que en buen romance indica que el clima es gran impedimento para que la caña de azúcar arroje rendimientos que hagan viable la ecuación económica del ingenio o la usina de biocombustibles, simplemente porque el invierno es demasiado frío y las heladas son un enemigo mortal de este cultivo tropical. Paralelamente, el calor, la escasa humedad y los suelos tienen poco y nada que ver con los lugares en los que se da en las mejores condiciones, lo que limita el período de crecimiento de los ejemplares que se salven del frío, y conspira contra la economía de los productores y de la fábrica que debe pagar sobrecostos por el escaso rendimiento de las explotaciones.
Para compensar en algo este déficit natural, se necesitaría riego durante el verano para más o menos intentar aproximar este período al que se manifiesta en las zonas de producción de caña, lo que aumenta costos de inversión y mantenimiento, para ni siquiera estar cerca de los rendimientos de las zonas naturales de producción.
De ello surge que el rendimiento del cultivo es de apenas el 50% del que se obtiene en la franja de origen de la caña, en tanto que por el régimen imperante en el Mercosur, de cero arancel para el crudo, resulta más barato comprar azúcar sin refinar para terminar el proceso dentro de fronteras que procesar la caña, porque precisamente nuestros vecinos, donde la caña se da naturalmente, tienen costos muy inferiores de producción.
El equipo de universitarios analiza, con la contundencia de las cifras, que el costo de producción de caña de azúcar es de 2.800 dólares por hectárea, en tanto por producción de etanol, azúcar y venta de electricidad solo se obtendrían 1.900 dólares, lo que quiere decir que el complejo perderá por lo menos 900 dólares por hectárea en pleno funcionamiento y aún considerando la producción de etanol, a lo que debe agregarse naturalmente la inversión de entre 40 y 70 millones de dólares que de acuerdo a diversas fuentes, se ha volcado ya a este complejo. En suma, este proyecto es económicamente inviable y netamente caprichoso, por decir lo menos, y requerirá que todos los uruguayos paguemos más por cada litro de combustible e impuestos para financiar eslóganes preelectorales lanzados para captar incautos.


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