Locales | 22 Feb Gualeguaychú cosecha
su siembra
Leo EL TELEGRAFO a través de la net, vivo en Buenos Aires pero viajo mucho a Paysandú porque allí viví mi adolescencia, además de tener a toda mi familia paterna. Soy encargada del sector gastronómico del Círculo Militar de Olivos, y aquí también tenemos el club a la vera del río. Sus costas, las cuales tienen aquí una parte, son una suerte de basural y aguas servidas que en estos días de poca lluvia ha provocado un terrible descenso y como consecuencia, eso trae un fétido olor a basura húmeda y descompuesta.
Considerando pues que este es el barrio más caro de la provincia de Buenos Aires, y que estamos frente a la Quinta Presidencial, -apenas cruzando la avenida Del Libertador- no parece preocuparle mucho a los ambientalistas, y aquí también se pesca, se navega y ¡se bañan! A veces cuando miro a quienes cortan las rutas entorpeciendo la vida cotidiana de gente común y normal, sin siquiera estar realmente informado si de verdad Botnia está contaminando o no las aguas de un río que a esas alturas está más que limpio, me pregunto si no tienen otra cosa para hacer, si trabajan o si tienen un hogar del cual cuidar, debe ser que les sobra la plata y el tiempo. Allí la gente sigue pescando, sigue navegando y ¡se sigue bañando!, sin que les salga un tercer ojo o un sexto dedo.
Mi última visita a la hermosa heroica fue a principios de setiembre y tengo planeado pasar mis vacaciones de febrero allí. Así que no solamente voy a pasear por la costanera con el termo bajo el brazo y darles mi apoyo a favor de una industria digna del primer mundo, sino que estoy viendo qué color de malla comprarme para bañarme en las costas sanduceras, donde también voy a dejar mi dinero.
Tendría que ser más que valiente para bañarme en una costa porteña, aunque Gualegua ychú mucho con esto no tenga que ver, por más que Macri le pinte la carita, estas aguas son abundantes en botellas plásticas, pañales desechables, bolsas del súper y envolturas de comidas rapidas. Todo eso se puede encontrar yendo a la costanera más fina de Palermo y asomándose a la baranda de la orilla. Antes de mirar el jardín de enfrente, tenemos que ver el nuestro, y aunque amo mi país, no cambiaría mis vacaciones en Paysandú por nada del mundo. Atentamente,
Lorena R. Mallarino,
asesora gastronómica