Deportes | 21 Feb Cuando muchos se asombran y otros se ríen de lo que viene sucediendo con la violencia en el fútbol uruguayo y en las canchas capitalinas, como si nunca sucediera en el Interior, el fútbol nuestro de cada día parece haberse contagiado gravemente. Y para muestra sobran algunos botones. El choque Sub 15 entre San José y Dolores se suspendió ante un botellazo recibido por el preparador de arqueros maragato y el ómnibus en el que se trasladó la delegación de San José fue apedreado.
En el “Matías González” terminaron cinco efectivos policiales lesionados, así como dos simpatizantes también en un juego de juveniles, en tanto en el mismo escenario, varias semanas después, jugadores y público de Artigas golpearon a futbolistas mercedarios en el Litoral Norte. La revancha no se hizo esperar, y en Mercedes se agredió a todos aquellos que estuvieran identificados con los colores artigueneses.
A esto habría que sumarle el encontronazo entre el técnico de Paysandú y un periodista en los vestuarios tras el choque ante Rivera en el Estadio Artigas. El último hecho violento sucedió el miércoles en el partido entre Paysandú y Salto.