PAYSANDÚ INTERIOR

Locales | 20 Feb En cercanías de Tambores y escondido entre la vegetación descubrimos un antiguo puente de sólida estructura y cien metros de largo, que pese a las heridas que el paso de los años ha marcado en parte de sus cabeceras, se mantiene firme entre la dureza del basalto y la fuerza con la que por debajo pasa presurosa la corriente del río Queguay.
Esta obra de ingeniería, concebida por la década de 1940, fue utilizada antes de que se trazara la actual Ruta 26. Se llega a ella por el camino de Piedra Sola o por el de Corrales. EL TELEGRAFO llegó tras dejar unos veinte kilómetros atrás la radial de la 26 donde nace el camino a la villa.
Allí, el viento sopla con vehemencia, mientras las aves carroñeras planean vigilantes, dejándose arrastrar por las masas de aire, recreando en los cielos una extraña danza y advirtiendo que en algún lugar un animal ha muerto.
El lugar es conocido por el “puente Dutra”, en referencia a la cercanía con el establecimiento de una de las familias que viven en la zona.
El puente muestra paños de hormigón armado; sus barandas laterales ya no existen pero quedan los mojones y unos ganchos salientes de hierro que hablan a las claras de la calidad de la estructura. La concreción de esta obra fue muy significativa para los productores, quienes otrora lo utilizaron intensamente para el cruce de ganado bovino y ovino.
Si bien se lo puede cruzar caminando, el hundimiento del hormigón en varios puntos hace temer por la resistencia de este tendido, y aunque han habido intentos fallidos de recuperarlo, los costos han dado por tierra con la intención.