Paysandú, Viernes 27 de Febrero de 2009
Policiales | 22 Feb Parece una película de cowboys pero no lo es, pues ocurrió cerca de las 21 en la concurrida zona de la playa. Lejos del desierto y los cactus, pero sí muy cercano a la numerosa presencia de familias disfrutando de las noches de verano.
Una joven se encontraba sentada en el cordón de la vereda del Museo de la Tradición, tomando mate y escribiendo un mensaje de texto con su celular, cuando de improviso le arrebataron el teléfono y ella --totalmente desencajada por la situación-- sin pensarlo dos veces decidió correr al delincuente. Al verse imposibilitada fisícamente de alcanzar al veloz muchacho, gritó por ayuda a un motociclista que estaba en la zona. Juntos emprenden la persecución del malhechor.
El muy hábil ladrón “cortó” camino atravesando el Parque de los Niños, ante la mirada incierta de muchas personas que se encontraban junto a sus hijos disfrutando de los juegos. Viendo el panorama, se sumó un tercer perseguidor, quien a bordo de una camioneta decidió ayudar. Eran ya tres los que iban detrás del villano, quien atravesó la zona del rosedal y fue atrapado cerca de Antonio Estefanell.
Pero si esto le pareció de película, prepárese para lo que viene. Cuentan que el joven de la motocicleta lo atrapó y lo tiró al suelo para imposibilitar su huida. En tanto, el señor mayor de la camioneta descendió con una piola para maniatar al delincuente. Lo ataron de pies y manos y comenzaron a llamar a la Policía para hacerles entrega del “paquete”.
La aglomeración de más de 50 personas despertó al parecer la solidaridad de los “amigos” de quien se encontraba en el suelo. Así, desde la zona del Barrio Curupí se acercaron al lugar cuatro jóvenes en sendas motos, quienes con el torso desnudo y tomando algún que otro vinito cortado, empujaron a los presentes para lograr el rescate de uno de los miembros de su banda.
La gente comenzó a retirarse al notar que el clima se podría tornar pesado, en tanto llegaron dos “invitados” más en procura de realizar el salvataje del abatido. La Policía brillaba por su ausencia y se la esperaba ansiosamente, más aún desde que las cosas se habían complicado.
Ya los que observaban se habían retirado del lugar y los seis rescatistas pudieron cumplir con su objetivo. Tal como una película del género western, “cargaron” en la moto al atado delincuente y lo sentaron de costado (como se sentaban las embarazadas o las señoras mayores), casi de forma horizontal para lograr equilibrio y no perderlo. Así, atado y todo, se introdujeron en los calles cortadas del barrio Curupí.
Como resultado, la joven recuperó su celular, y lo que hubiera terminado con final feliz para quienes solidariamente persiguieron al ladrón, finalizó solo con un sabor amargo y con la sensación de mayor inseguridad, como la que vivimos en nuestra ciudad desde hace ya tiempo.
Ah, nos habíamos olvidado de un gran protagonista del filme: los uniformados, que no llegaron a tiempo y cuando lo hicieron ya no había nadie...
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