Paysandú, Martes 03 de Marzo de 2009
Locales | 01 Mar Esta es la opinión de un ciudadano común al final de un período de gobierno de un partido que tuvo el mérito del voto de la mayoría, simplemente por el hecho de no haber gobernado antes.
Recibió un país empobrecido por toda una historia de malas administraciones, no culpa de Batlle, ni de Lacalle ni de Sanguinetti, ni siquiera culpa de los gobernantes sucedidos durante la dictadura. Si saber de quién fue la culpa fuese importante, yo diría que es de todos ellos en igual medida, puesto que a todos les faltó visión de futuro durante sus administraciones.
Recibió un país productor agropecuario cuyos productos tuvieron en los tres primeros años de este gobierno, los mejores precios de la historia, que, sumado a buenas cosechas, como consecuencia de condiciones climáticas favorables, hicieron un crecimiento explosivo del PBI. Ninguna de estas situaciones son producto de alguna “genialidad” de alguien del gobierno, como tampoco se administró bien esta bonanza. También aumentó el presupuesto del Estado que ya venía alto. Lo triste es que lo incrementó en gastos sin retorno, aclaro que comprar votos para el partido que gobierna no es una inversión del país.
Ahora para que este análisis no sea un diagnóstico más, como si no hubieran bastantes en la “historia clínica” de nuestro país, quisiera hacer una humilde propuesta de cambio real; que se plebiscite otra reforma de la constitución con dos puntos nada más a cambiar: 1º) que los empleados públicos no sean votantes, así como los uruguayos radicados en el exterior. Lo primero mejoraría a mediano y largo plazo la integración de las listas de todos los partidos políticos, puesto que perdería atractivo prometer puestos en entes del Estado y con el paso del tiempo corregiría la macrocefalia que sufre el país. Alguien que vive, trabaja y trata de organizar su vida en otro país, difícilmente vote con acierto a un partido para gobernar a los que estamos aquí. 2º) Que el voto no sea obligatorio. He oído desde mi niñez, luego de cada elección, a muchos políticos felicitarnos a todos por nuestra cultura cívica. Si esto es cierto no hay que temer que se achique demasiado el número de votantes y como el voto sería más a conciencia, obligaría a los políticos a mejorar sus propuestas. Aclaro que, como dije al principio, soy un ciudadano común y corriente, vivo de mi trabajo en el área rural, fui educado en el respeto y amor a mi patria y sus símbolos y quisiera a mis hijos instruidos con esa base de valores y que con respeto a la propiedad se pueda vivir en paz. Esto parece y es una aspiración simple y lógica pero, lamentablemente, cada vez más lejana por malos manejos en la educación (no por poco presupuesto), en la justicia y en la política social que en la actualidad lo que hace realmente es mantener a un número alto de ciudadanos (desocupados y jubilados) con sus problemas sin soluciones reales y cada cuatro años hacen alguna regalía que sale del bolsillo de los activos, para ir a pedirles el voto. Por último, expreso mi deseo de que el grupo de gente que tenga la tarea de gobernar el próximo período quiera más al país que a sí mismos o al partido al que pertenecen.
J.B.
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