Opinion | 03 Mar En 2007, autoridades nacionales, científicos y empresarios de 17 países de América, Europa y Oceanía se comprometieron a impulsar acciones para incrementar la inversión en materia de investigación y desarrollo, en el marco de la VI Conferencia Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Empresa, que se desarrolló en nuestro país.
El encuentro, organizado por la Unión Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Empresa y el Parlamento Nacional culminó con un llamado a los gobiernos a aumentar la inversión en el sector --que se sitúa promedialmente en un 0,5% del Producto Bruto Interno en América Latina-- con el propósito de aumentar el número de profesionales doctorados existentes en los países latinoamericanos, sin fomentar el desarraigo.
Podría haber sido una de las tantas declaraciones firmadas y olvidadas. Sin embargo, por estos días, Uruguay ha dado la nota puesto que la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANNI) otorgará incentivos económicos a 1.018 investigadores en base a un fondo especial de 4 millones de dólares.
A su vez, todos ellos ingresarán al Sistema Nacional de Investigación, una base de datos creada con el objetivo de fortalecer y expandir la comunidad científica; identificar, evaluar periódicamente y categorizar a todos los investigadores que realicen actividades de investigación en el territorio nacional o que sean uruguayos trabajando en el exterior.
En la convocatoria, cerrada el 26 de setiembre de 2008, se recibieron 2141 propuestas de postulantes a Investigadores Activos del referido sistema, lo que da la pauta no solo de la necesidad de apoyo de la comunidad científica nacional sino también del interés de nuestros investigadores por trabajar para generar conocimiento.
¿Por qué un país debe invertir en ciencia? Porque del avance del conocimiento científico y tecnológico dependerá en buena medida su grado de desarrollo. Además, es fundamental para contribuir a evitar la denominada “fuga de cerebros”.
La ciencia y la tecnología han cobrado una importancia creciente en el mundo, y el Uruguay no puede ni debe mantenerse al margen. Por eso, la creación del Sistema Nacional de Investigación y los apoyos que éste proveerá pueden calificarse como un paso histórico.