Locales | 03 Mar “La primera sensación fue de incredulidad cuando supimos que no se daba desayuno ni merienda en el hospital, solamente una taza de leche”, dijo a EL TELEGRAFO la directora del nosocomio público, doctora Salomé Wolman.
Además, esa taza de leche “le era acercada al paciente por algún familiar, o si la enfermera tenía posibilidad de llevársela”, detalló. Dijo que “la idea surgió del departamento de cocina, las nutricionistas y el personal. Fue presentado en octubre, y le pedimos a la contadora Carolina Souza que buscara la manera de financiarlo, hasta que recién ahora pudimos sacarlo adelante”. Para el hospital, el servicio “demanda unos 60.000 pesos mensuales, dependiendo de la cantidad de camas ocupadas y la patología de cada paciente”.
“Aunque parezca una perogrullada, para nosotros fue un logro enorme, y también se pudo formar un equipo que lleve el desayuno y lo reparta”. El personal que trabaja es el mismo, se distribuyó la tarea en la cocina para lograr que tanto en la mañana como en la tarde haya personal adecuado para ello, acompañados por un enfermero”.
Cada carro, que fue diseñado y construido en el propio hospital por el área de mantenimiento, contiene tres termos con leche, té y café y recipientes con sacarina, azúcar, dulce común y dietético, pan y galletas con sal y sin sal, distribuido en unidades. La doctora Wolman destacó que todo el servicio “es un logro del hospital, de los sectores de cocina, administrativo financiero y mantenimiento, y fue posible jerarquizando esta actividad como principal sobre otras”.
También el uniforme es nuevo, y diseñado en el costurero del hospital: “los funcionarios eligieron usar un poncho blanco, un sombrero y guantes descartables”. Wolman dijo que “en otra prestadoras de salud esto es normal, pero para el hospital es algo histórico”.