HISTORIAS DE BOLICHE

Locales | 27 Feb Como siempre hacemos con historias que podrían resultar comprometedoras, nos reservamos el nombre de los protagonistas y el narrador de ésta de hoy.
Cuenta el relato, veraz por cierto, que en un pueblo de la campaña sanducera, el destacamento policial tenía tan bajo movimiento de capturados que el milico a cargo decidió transformar el calabozo en una despensa para almacenar las provisiones.
Hacía un buen tiempo que el recinto destinado a los malvivientes había quedado casi sin utilidad y así se resolvió darle otro destino mucho más efectivo. Nadie advirtió el cambio, pero cuando se anunciaba que las autoridades de la ciudad visitarían el destacamento, todo volvía a su lugar de origen, con el agregado de que los comestibles y bebidas eran enviados a la casa de un vecino para borrar cualquier pista que llevara a sospechar algo sobre la maniobra.
Pero una vez que los superiores se retiraban del lugar, todo volvía a su ubicación anterior.
Sin dudas, como alguien dijo, “el lugar elegido para aprovisionar comestibles y bebidas era inmejorable, ya que el ambiente se mantenía lo suficentemente fresco en toda época del año, conservando en óptimas condiciones la mercadería”.