Paysandú, Lunes 09 de Marzo de 2009

Solicitada

Locales | 08 Mar En la Junta se está probando la resistencia de la ley y el reglamento. ¿Intervenciones redituables por encargo?
Dice el artículo 40 de la ley 9.515, Orgánica de los Municipios: “Ningún Edil ni el Intendente podrán estar presentes en la discusión y votación de asuntos en que ellos o sus parientes hasta el 4º grado de consanguinidad o 2º de afinidad, estuvieren interesados”.
Desde hace decenas de años la aplicación de ese artículo llevó a que cuando un edil era funcionario rentado o aún integrante honorario de una entidad cualquiera de la que se iba a hablar en sala, el mismo se retirara de la discusión del plenario, abandonando su banca y saliendo del recinto. Eran los tiempos de vigencia de los valores tradicionales.
Pero hete aquí, que advino al gobierno municipal el Frente Amplio con sus pregonados cambios y embistió entre otras, contra esa norma tan importante en cuanto a la buena conducta de la gestión. Pero en la sesión de la Junta del jueves 5 del corriente, además de violarse esa norma, sucedieron otros acontecimientos que son de lamentar porque muestran el bajísimo nivel a que llegó el funcionamiento de esta Junta Departamental.
Se entró a considerar un asunto entrado por un edil del Partido Nacional, reclamando que se vuelva a dotar al Hospital de Paysandú de un litotriptor, reponiendo el que se llevó el Ministerio de Salud Pública para Montevideo. Ese edil reclamaba --como lo había hecho en otra oportunidad-- obviamente en defensa de la salud de los sanduceros y la región circundante. En forma insólita, la bancada frentista, se opuso y su voz cantante fue un edil recién ubicado en un acomodado y bien rentado puesto en la jefatura del área de Personal del Hospital.
No hace falta ser muy perspicaces, para inferir que por agradecimiento, por que lo mandaron o por las dudas para ver si viene algún otro ascenso, salió en defensa del gobierno y su ministra, alegando que estaba bien que este gobierno se lo hubiera llevado a Montevideo porque en Paysandú se usaba poco y salía caro. Ese argumento demuestra el desprecio que tiene este “edil de la salud” por los enfermos sanduceros y como se esfuerza en justificar una medida que beneficia --¡oh casualidad! como siempre-- a los montevideanos. Ante eso los ediles blancos alegaron que por el artículo 40 de la ley 9.515 ese edil se tenía que retirar de sala, dado que es evidente que con ese tipo de intervenciones anteriores, ya había obtenido en una sola maniobra cambiar el escalafón administrativo y ubicarse en un alto cargo de confianza política, sin concurso, lo que le proporciona un rédito económico directo.
Los frentistas sanduceros improvisaron la ridícula argumentación de que desde sus escaños municipales iban a “interpretar” (¿?) el sentido y alcance del Art. 40 de la ley 9.515 aprobada por el Parlamento nacional hace muchos años y de aceptada vigencia en todo el país, para luego ver si se tenía que retirar de sala el involucrado.
Los nacionalistas invocaron además que se cumpliera con el literal N del artículo 85 del Reglamento Interno de la Junta, que obliga a retirarse de Sala a todo edil que tenga “vinculación personal o de interés que lo ligue a cualquier gestión o asunto que se considere”.
A pedido de los frentistas, equivocadamente se puso a votación el cumplimiento de lo dictado por el Reglamento y --como era de esperar-- los frentistas votaron contra el cumplimiento del reglamento, con lo cual el edil, funcionario de Hospital quedó en sala para defender a su ministra y sus jerarcas incluida la propia directora del Hospital, que fue la que le “regaló” el cargo de jefe. De ahí en adelante el edil del Hospital comenzó su pieza oratoria tortuosamente audible, exponiendo en su parte medular que los enfermos de cálculos renales de Paysandú, en vez de usar ese litotriptor, les conviene romper sus cálculos andando a caballo. Dejamos constancia de que algo por el estilo fue lo que se le entendió con dificultad, porque a esa hora el hemiciclo era todo un jolgorio donde se entreveraban comentarios a media voz, conversaciones entre las bancas, bromas y risas.
Hasta las risas de sus propios correligionarios se mezclaban con la perorata del violador de la ley y los comentarios de los pocos blancos que quedaban en sala, corridos por los “bolazos” del expositor.
Ante todo eso lo que queda es la triste conclusión de que con semejantes gobernantes no hay departamento que pueda ni siquiera intentar progresar.
Si cuando se nos llevan las cosas importantes del Hospital, como el tomógrafo y el litotriptor, como lo hacen asiduamente con constantes postergaciones, los frentistas aplauden a los usurpadores en vez de defender al pueblo local, ¿cómo vamos a llegar a tener el nivel de Salto donde están a punto de instalar el centro cardiovascular regional y ni que hablar del Hospital de Tacuarembó que marca rumbos con su gestión de avanzada?
Mientras tanto la directora del Hospital sale a los medios de difusión a proclamar que ella ha logrado como un acontecimiento que conmueve las bases de la salud, que en el Hospital por primera vez en su historia se dé desayuno y merienda. Pero así son los frentistas sanduceros: aplauden a sus correligionarios centralistas de la capital aunque se les llevan las cosas dejándolos desnudos pero cubiertos de promesas a incumplir. Los montevideanos siguen siendo “banca” porque en los departamentos siempre sigue habiendo “puntos”.
En fin... todo esto nos trae amargamente a la memoria aquellos versos de don Leopoldo Lugones: “La basura que se barre/ no deja de ser basura/ aunque por los aires suba/ basura será en el aire”.
Edil Ing. Ramón Appratto Lorenzo


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