Opinion | 12 Mar El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente parece estar dispuesto a hacerle la guerra a las bolsas plásticas y además de iniciar, junto con la Embajada Británica, una campaña de sensibilización para la su eliminación, notificó a los supermercados que si siguen entregándolas se les aplicará importantes multas.
Desde hace varias décadas las bolsas plásticas --comunmente llamadas “de nylon”-- respresentaron una solución barata, práctica y resistente para las mil cosas que se las utiliza, desde la entrega de mercaderías en los comercios a la opción para sacar la basura. Sin embargo, los problemas que provocan son múltiples, desde la contaminación de cursos de agua hasta convertirse en elementos obstructores en cañerías y desagües, así como del aparato digestivo de algunos animales que las confunden con alimentos y generalmente mueren al ingerirlas. Cabe agregar que demoran 150 años en degradarse.
Según dijo el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Carlos Colacce, en Uruguay se utilizan aproximadamente 70 millones de bolsas al mes, mientras que el total de bolsas que se consume por habitante al año es de 260.
En el año 2007 se aprobó el Decreto 260/007 que obliga a las grandes superficies comerciales a contar con planes de acción para disminuir la cantidad de residuos de bolsas plásticas, a través de un proceso de reciclado o destrucción final. No obstante, los supermercados nunca lo cumplieron y ahora la Dinama ya notificó que eran pasibles de multas --de entre 200 y 400 Unidades reajustables-- y serán finalmente multados, según informó en la víspera el titular del Mvotma.
La erradicación de las bolsas de plástico no será sencilla, porque su uso es hoy día una arraigada práctica cultural entre los consumidores y seguramente hasta que a éstos no les duela el bolsillo, será difícil que dejen de usarlas. Por eso algunos países como China, Gran Bretaña e Irlanda prohibieron su distribución gratuita y obligan a cobrar por ellas para disminuir su uso y fomentar la reutilización.
Otros --quizá porque los problemas que padecían eran más graves-- han sido más drásticos. Bangladesh aprobó un plan para prohibir el uso, venta y fabricación de bolsas de plástico. Se aprobó una ley que permite sancionar con el equivalente a 10 euros a quien utilice una bolsa de plástico, y con 10 años de cárcel a quien siga fabricando. ¿Qué pasará en Uruguay? ¿Sacaremos realmente la bolsa del medio y reaparecerá la “chismosa”? Eso aún está por verse.