Paysandú, Lunes 16 de Marzo de 2009
Opinion | 15 Mar Durante décadas olvidados y con un consecuente panorama desolador para el transporte por el río Uruguay, los puertos de Salto, Paysandú y Fray Bentos han recibido en este período de la Administración Nacional de Puertos (ANP) la atención que no tuvieron en los gobiernos anteriores, pese a que en todos los casos sobraron los enunciados de apoyo y de obras inminentes para su reactivación, que nunca se materializaron.
El Uruguay se dio el lujo, por políticas tan centralistas como suicidas, de vivir de espaldas al río, la vía de transporte más barata y preciada en todo el mundo, sobre todo por aquellos países que no cuentan con un curso del caudal del paterno, y que no obstante apelan a dragar y a extender lo más adentro posible de su territorio canales hasta los lugares más inverosímiles, como se hace en el Viejo Mundo.
El centralismo crónico, por supuesto, solo tuvo ojos para el puerto de Montevideo, donde se concentró la inversión y la incorporación de infraestructura que acentuó el embudo hacia el Sur como única vía posible para sacar la producción y el ingreso de mercaderías.
Este panorama desolador se mantuvo incambiado durante casi medio siglo, pese a la prédica constante de EL TELEGRAFO y las gestiones de fuerzas vivas que en forma dispersa primero y luego integradas en grupos de trabajo como la Comisión Intersectorial pro Puerto Ultramar de Paysandú (Cipup) intentaron obtener algo más que promesas del poder central.
El resultado fue una frustración tras otra, hasta que asumieron las actuales autoridades de la Administración Nacional de Puertos (ANP) que adoptaron una posición seria y responsable respecto a la necesidad de contar con el transporte fluvial como formidable instrumento en apoyo a la producción.
Tenía razón el ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi, cuando en el reciente Foro de Puertos del Litoral, realizado en Fray Bentos y ante la requisitoria periodística, subrayó que en lo que va de su gestión los puertos del litoral han recibido más recursos para infraestructura que los que habían recibido durante décadas, y que a la vez están en proceso proyectos que tienen como común denominador reactivar la actividad portuaria en el marco de una sinergia fundamental para el desarrollo.
Es cierto, poca cosa hubiera bastado para invertir mucho más que en el pasado inmediato, porque desde Montevideo se había abandonado a los puertos del litoral, en tanto el ferrocarril se fue deteriorando a ojos vistas y solo quedó la vía carretera para concentrar el transporte de cargas, con la demanda de una fuerte inversión para mejora y mantenimiento de las carreteras.
Pero el país requiere el aporte de una logística renovada y acorde a los tiempos, y la hidrovía del río Uruguay es una apuesta que estuvo demasiado tiempo relegada por priorizar los intereses capitalinos, como consecuencia de políticas llevadas adelante por una dirigencia política y burocracia estatal que asimila que Montevideo es el Uruguay, y que todo lo que se haga por la capital va en favor del país y eso es suficiente.
La coordinadora portuaria regional que sesionó hace pocos días en Fray Bentos, promovida por la ANP y que contó con la participación de delegaciones de Paysandú, Salto y Fray Bentos, así como de Concepción del Uruguay --cuyo puerto sufre a su vez las consecuencias del centralismo en el vecino país--, ha puesto de relieve que pese a las inversiones y los proyectos de desarrollo subsiste en potenciales operadores y productores la inercia de muchos años en que ni siquiera se ha considerado la alternativa del transporte fluvial. Debe reconocerse, igualmente, que la legislación y prácticas nefastas en los puertos, incluyendo la “ley de estiba”, encarecieron sustancialmente la operativa y fueron disuasivos para los operadores, que buscaron otros medios parar sacar la producción.
Era necesario contar con el instrumento, en este caso puertos operativos --falta todavía el dragado adecuado y algunos elementos de infraestructura, es cierto-- para que los agentes privados comiencen a percibir que es posible mejorar su logística y aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece el transporte multimodal, incluyendo la complementación portuaria con el también alicaído puerto de Concepción del Uruguay, pero que lentamente vuelve a la vida con el servicio de transporte de contenedores.
Falta todavía el impulso vital que venza la inercia y el anquilosamiento de tantos años, pero principio quieren las cosas y seguramente este paso trascendente vendrá, más temprano que tarde, para vencer la desconfianza y hacer la huella que se convertirá en camino y ruta para el desarrollo.
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