Opinion | 15 Mar La iniciativa de reactivar el astillero local ha izado velas y navega con buen viento. Aunque sus impulsores saben que no será sencillo insertarse en un mercado como el de la industria naval, máxime tratándose de un emprendimiento planteado desde el Interior, son optimistas. 
En apenas seis meses de funcionamiento, el varadero local --“reflotado” a través de la asociación de las empresas Oltyr, Indre y la montevideana Timón-- ha realizado tareas de mantenimiento y reparación a tres embarcaciones: las estatales Ancap VIII y Ancap X y un remolcador propiedad de Transporte Fluvial Fray Bentos (TFF), que presta servicios a Botnia.
Estas experiencias, si bien incipientes, han servido para demostrar el compromiso empresarial, la capacidad local de participación en esta industria y el potencial de una iniciativa que no será muy sencillo concretar pero que, incuestionablemente, ha comenzado a andar.
En principio, la apuesta es a captar embarcaciones navales para realizar en varadero tareas de mantenimiento y reparación, aunque también se avizora la posible fabricación de embarcaciones, fundamentalmente barcazas.
La coyuntura es favorable si se tienen en cuenta los tipos de embarcaciones que funcionan en el sistema marítimo de la Hidrovía y los problemas de congestionamiento del puerto capitalino para la actividad de astillero.
Hay que tener en cuenta también que la demanda de construcción de buques ha crecido en el último tiempo, puesto que la Hidrovía tiene un déficit de 900 barcazas para transportar su producción y Brasil no da abasto. Además, a partir de 2010 se prevé que la empresa española ENCE requiera la construcción de barcazas para el transporte de su producción de celulosa.
Con estas perspectivas sobre la mesa, resulta alentadora la reciente visita realizada por el director general de Material Naval de la Armada, contralmirante Alberto Caramés, al varadero local, quien dejó abierta la posibilidad de que algunas de las piezas de las embarcaciones encargadas por ANCAP al Ministerio de Defensa --dos barcazas y un remolcador-- se construyan en Paysandú. Ello demuestra que es posible recuperar en este rubro la mística --y ojalá la actividad-- de viejos tiempos para esta industria local.