Opinion | 11 Mar Los calores del verano se van espaciando, los días se hacen más cortos y las noches más frescas, mientras niños y jóvenes comienzan el año lectivo en las escuelas y liceos. La temporada de playas ya terminó y para los organizadores comienza una nueva etapa de preparación para los eventos de la Semana de la Cerveza en nuestra ciudad, este año bastante más distanciada del verano respecto a 2008, cuando Semana Santa prácticamente fue una continuación del carnaval de febrero.
Ahora es tiempo para el análisis de lo bueno, lo malo y lo feo de todo lo hecho y lo que faltó concretar en infraestructura, desarrollo, planificación, servicios, promoción y demás ítems relacionados con el proyecto de la costa, que se lleva a cabo desde que fueran recuperadas las playas para baños recreativos en 2003. Como positivo, vale rescatar el incremento de visitantes extranjeros, en general ciudadanos argentinos en tránsito hacia el este del país que optaron por tomarse un par de días para conocer los atractivos de Paysandú. De continuar el próximo año el corte en el puente de Fray Bentos, es de esperar que esta tendencia se mantenga.
En el otro extremo, quedó de manifiesto cierta improvisación en políticas de desarrollo turístico, que es preciso evitar para así potenciar al máximo la inversión que se realiza. Un claro ejemplo es la vereda y mirador que a diez días de dar por culminada oficialmente la temporada de playas, aún se construye en playa Norte. Nada justifica este retraso cuando hubo al menos siete meses para concretar una construcción de tan escasa magnitud.
También sería bueno fomentar los paseos por el río en embarcaciones, como se viene haciendo con gran éxito en Colón desde hace muchos años. Respecto al área circundante al balneario, poco costaría definir qué destino se le dará al “cantero” de la zona del Obelisco, que presenta una pésima imagen debido al intenso tránsito de vehículos que lo usan como estacionamiento. Si esto es lo que se pretende, nada costaría delimitar un área interior con cordón cuneta y librar de escombros y malezas la superficie enjardinada. Esto realzaría los pocos árboles y palmeras que aún permanecen en pie y presentaría un aspecto mucho más prolijo a los ojos del turista.