Paysandú, Martes 17 de Marzo de 2009
Locales | 13 Mar La tarde llegaba a su fin y la temperatura ambiente invitaba a recorrer espacios verdes. Con esa premisa iniciamos el viaje. El destino, Casa Blanca. Definitivamente, para el periodista que recrea estas historias en esta sección resulta una agradable experiencia. Recorrer las calles de un centro poblado es una aventura reveladora, como ver a la gente que aún conserva costumbres olvidadas en la ciudad, como sentarse a la puerta de su casa, recreando la vista con las cosas que ocurren en su entorno inmediato. Precisamente, la presente historia rescata parte de esas cosas simples de la vida, que resultan insólitas para quienes vivimos a otra velocidad.
El primer contacto fue un intercambio de saludos con un matrimonio que paseaba y que miró con ciertas reservas al desconocido visitante. De pronto, un niño pasó velozmente en su bicicleta y un breve “chau” aseguraba que alguien más había advertido nuestra presencia. Al llegar a una de las esquinas y tras sacar un par de fotos, descubrimos a un veterano. En la vereda de enfrente, una yegua pastaba atada con una larga soga. Al volver la vista hacia el hombre entendimos que el animal le pertenecía, pues el otro extremo estaba sujeto a una de sus manos.
Como siempre pasa en estos casos, la presentación de rigor y un par de preguntas, como para romper el silencio que en ese momento dominaba la escena. De esas preguntas cortas, que en definitiva uno nunca sabe bien si resultarán efectivas, al menos como dar comienzo a un diálogo más fluido. En esta oportunidad resultó, aunque las respuestas fueran muy breves.
Don Luis Nan tiene 73 años. Nacido en las costas del arroyo San Francisco, a los siete se mudó con su familia a la colonia Paysandú. Concurrió a la Escuela 9, en el edificio viejo que años después fue destruido por una tormenta. Es el tercero de nueve hermanos: cuatro varones y cinco mujeres, y abuelo de ocho nietos. Habla con la naturalidad y la sapiencia que la gente de su edad cosecha con el paso de los años.
“Por aquellos tiempos no resultaba fácil para nuestros padres enviarnos al liceo, así que comencé a trabajar a muy temprana edad, laburando con mi viejo en la chacra. Hacíamos de todo un poco: plantábamos boniatos, papas, maíz que vendíamos a particulares. En un carro llevábamos la mercadería hasta Paysandú. Era una chacra chica, de unas treinta y cinco hectáreas”.
Don Luis deschaló maíz, cortó girasol --en los tiempos en que la trilla se hacía a palos--, trabajó en hornos de ladrillos y, ya de muchacho, junto a uno de su hermanos ingresó al frigorífico Nacional. Fue gracias a un político que su padre conocía. Afirma que “si bien recuerda con algo de nostalgia aquellos tiempos, hoy está mejor, rodeado de los nietos y con un bolichito en el que pasa la mayor parte de sus horas atendiendo a los parroquianos, jugando algún truco y compartiendo algún que otro asadito”.
De pronto, la charla es interrumpida por el volumen del altoparlante de un avisador que promociona candidatos en la campaña político-partidaria. El hombre, de mirada profunda, levantó su mentón, al momento que uno de los parroquianos --mientras saboreaba una amarga con soda-- le dijo “mirá, ya empezaron a aparecer las visitas”. Nosotros solo atinamos a preguntar sobre cómo ve el panorama, ya que va a ser un año en que los políticos serán moneda recurrente en los medios de comunicación y en los barrios. “Yo los escucho a todos”, respondió Nan. “Porque el político tiene que existir para que haya gobierno y los tengo que votar como ciudadano que soy”.
De raíces coloradas, asegura que al Frente Amplio no vota. “Nos han atendido muy bien, pero quedaron en promesas. Aquí no se hizo nada. No es porque yo les vaya a pedir algo, pero en el pueblo no pasa nada. Pero a la vez tengo que ser justo, porque hay una policlínica en la que me atiendo, me tomo la presión y puedo acceder a los medicamentos. Si bien en el pueblo no hay desocupación gracias a la existencia del frigorífico, me preocupa la situación de la gurisada”, agrega.
“Del político ya no espero más nada, porque todos hacen su verso. Algunos vecinos creen, otros no, pero eso forma parte del juego. A mí me parece que el Frente Amplio le dio muchas cosas al haragán y al que no trabaja. Ahora aparecen otra vez, como el resto. Habrá que escucharlos de nuevo”, comentó don Nan, mientras doblaba un folleto de campaña que le habían entregado minutos antes los muchachos del avisador.
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