Paysandú, Martes 24 de Marzo de 2009

Un proyecto de larga data en la hora de la verdad

Opinion | 17 Mar El añejamiento de proyectos de interés general es un mal endémico de nuestro país, donde se adoptan decisiones políticas con mucho de voluntarismo y también de oportunismo electoral, en muchos casos, en tanto en otras oportunidades los mandos medios y la burocracia estatal se encargan de enterrar ideas y proyectos por la vía de dejarlos morir en algún cajón, a la espera de un mejor momento que rara vez llega.
Y si para muestra basta un botón, tenemos que a principios de esta década UTE construyó el gasoducto subfluvial, a un costo estimado en los doce millones de dólares, para transportar hasta esta orilla el gas natural que iba a permitir poner en marcha una megacentral termoeléctrica en Casa Blanca, tanto para exportación como para el abastecimiento interno.
Este proyecto fue una clara demostración de la ausencia de políticas de Estado y sobre todo de la descoordinación entre los organismos que lo integran, desde que un simple cambio de administración en UTE, aún con el mismo partido en el gobierno, sepultó la iniciativa y el gasoducto sigue enterrado sin que haya llegado gas siquiera para un encendedor.
Tampoco existen perspectivas más o menos inmediatas para concretar un proyecto similar o por lo menos aprovechar la instalación en alguna forma, desde que hay notorios problemas de confiabilidad en cuanto al abastecimiento de gas, tanto en precios como en disponibilidad, y nada hace prever que esa situación cambie radicalmente en el corto o mediano plazo, pese a que nuestro país necesita imperiosamente contar con una central de respaldo en el Litoral.
También tienen su gran cuota de incidencia las decisiones centralistas, por cuanto desde Montevideo no se ha mirado con buenos ojos una central ubicada tan lejos de la capital, con el argumento de que debería ubicarse lo más cerca posible del área de mayor consumo de electricidad. No se precisan muchas luces para inferir que si este gasoducto estuviera en las puertas de la capital, el poder central ya hubiera hecho lo imposible por contar con la central, contra viento y marea, pero se tuvo la mala suerte de que la idea apareció por Paysandú, y ese ya es otro cantar.
Otro proyecto pendiente, ya de carácter impostergable, es el de la extensión de la red de saneamiento y mejora de la red de agua potable para la ciudad de Paysandú, además de la construcción de la planta de tratamiento para dejar de verter efluentes cloacales al río Uruguay.
La iniciativa original se remonta a unos quince años, cuando se elaboró el anteproyecto en base a una demanda y extensión de la ciudad que ha quedado notoriamente superada por el crecimiento urbano, al punto que los técnicos de OSE debieron reformularlo para atender esta realidad. Este es otro aspecto negativo a tener en cuenta, desde que entre la demora para la puesta en marcha de un proyecto y los avatares que a menudo suele traer aparejada la construcción, se termina desvirtuando la utilidad de la obra al quedar superada por la demanda, como ocurrió con la ampliación del Liceo 4 en nuestra ciudad.
La gerenta de Saneamiento de OSE, ingeniera Gabriela de Freitas, destacó recientemente a EL TELEGRAFO que la obra de ampliación del saneamiento y red de agua potable ya fue adjudicada y que ya se está trabajando en el diseño ejecutivo del proyecto, teniendo en cuenta la reformulación para atender la extensión de la ciudad y tener en cuenta algunas obras de ampliación de la red ya realizadas.
Consideró que el proyecto requerirá una inversión de unos 8 millones de dólares y que se podrían iniciar los trabajos en dos meses, aunque la obra será encarada por partes a efectos de acotar los plazos. En cambio, la incorporación de la planta de tratamiento y disposición final de efluentes provenientes de la red se concretará una vez se termine la obra de saneamiento, mientras no se ha podido poner en marcha la licitación correspondiente por no contar con la aprobación correspondiente de la Dirección Nacional de Medio Ambiente.
En realidad, estamos ante plazos muy menores si los ubicamos en los quince años de espera que ya lleva el proyecto que OSE le debe a Paysandú, y esperamos que esta vez, con todo este camino recorrido, no se busquen nuevas excusas para seguir postergando las obras, como ha ocurrido en tantas oportunidades.


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