Paysandú, Miércoles 25 de Marzo de 2009
Locales | 18 Mar El relato de la lucha registrada en costas de Arroyo Malo culmina de la siguiente manera:
“Todo esto fue obra de un solo instante y tan rápidos fueron los movimientos de Miño, que antes de que su enemigo tuviera tiempo de descerrajarle un segundo tiro, ya él le había lanzado por segunda vez las boleadoras, y con tanto acierto, que los brazos de Catalunia quedaron fuertemente ligados por aquellas hasta el punto de imposibilitarle todo movimiento”.
“Estaba perdido y se resignó a esperar la muerte con la mayor serenidad posible. Miño se le aproximó y por vía de introducción le dio con el gavilán del cuchillo dos o tres golpes en la frente y otros tantos en el brazo derecho, causándole algunas leves contusiones”.
“No lo quiero matar --le dijo entonces-- y espero que después de lo que acaba de pasar seamos amigos”.
“De pelarse --contestó Catalunia con mucha sangre fría-- y agregó alzando la voz: ‘No crea que podré olvidar esto tan fácilmente y tema que volvamos a encontrarnos’.
Miño sin responder a esas palabras montó tranquilamente en el caballo de Catalunia y se dirigió a la costa del Uruguay”.
“Clavó la vista en la margen opuesta del río cuyas aguas brillaban con relumbres cambiantes bañados por los últimos rayos del sol poniente --y después de lanzar una última mirada a la tierra que abandonaba, tal vez para siempre, y en la cual descansan los restos de su anciana madre, muerta hace pocos días-- se enfrentó al Uruguay en dirección a las costas argentinas a fin de evadir la acción de las autoridades orientales”.
“He ahí el verdadero tipo de nuestros gauchos, cuya leyenda no encuentra un teatro aparente en la época en que vivimos y va siendo ya del dominio exclusivo de la historia”.
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