Opinion | 19 Mar Las imágenes de bravuconadas, insultos y puñetazos --esta vez al aire-- que volvimos a observar los uruguayos a través de la televisión son ni más ni menos de lo bajo que han caído varios de nuestros parlamentarios que, con actitudes totalmente inadmisibles para la función que ejercen, no solo traicionan la confianza depositada por el pueblo en ellos gracias a la cual tienen su banca y un salario de varias cifras, sino que además dejan por el suelo la imagen del Parlamento uruguayo.
Lo sucedido este martes trae el recuerdo de otras “sesiones con piñas”, como el incidente del 2005 entre los senadores Isaac Alfie (Partido Colorado) y Leonardo Nicolini (Frente Amplio) durante la discusión del presupuesto quinquenal (aunque minutos después, cual escolares retados por la maestra, dieron por superado el incidente con un abrazo) o la riña entre el herrerista Luis Lacalle Pou y legisladores del MPP --entre ellos el sanducero Juan Domínguez-- en el marco de un debate promovido por el colorado Daniel García Pintos sobre las revelaciones del ex tupamaro Jorge Zabalza en el libro “Cero a la izquierda”, en el 2007.
Ahora el protagonismo se lo llevaron el frenteamplista Alvaro Vega y el nacionalista Sergio Botana, en otra sesión pugilística, mientras se debatía la ley de voluntad anticipada en enfermos terminales.
Por más que ayer los medios reprodujeron sus palabras de arrepentimiento, tampoco pasó desa percibida la actitud de la diputada nacionalista Sandra Etcheverry que aplaudía y arengaba con ironía “¡Dale guapo!” al frenteamplista Álvaro Vega, mientras Botana volvía a sentarse en su banca.
No cabe otra cosa que censurar este tipo de conductas de quienes fueron elegidos por la ciudadanía uruguaya para respresentarlos. El uso de la violencia es una lacra que mucho mal le ha hecho a la sociedad a través del tiempo, independientemente de los ámbitos y circunstancias en que se produzca.
Ver que algunos de los legisladores electos para ejercer nuestra representación democrática convierten la institución del Parlamento Nacional en un pugilato es sencillamente lamentable. Poco bien le hacen a la ya alicaída imagen de los parlamentarios uruguayos este tipo de situaciones. La verdad, una vergüenza.