Opinion | 20 Mar Todo indica que pese a los esfuerzos encarados a través de la coordinación de organismos como el Ministerio de Salud Pública y la Intendencia Departamental, además del aporte de la unidad militar local y de equipos contratados a esos efectos, los focos del mosquito aedes aegypti se han extendido a varios sectores de nuestra ciudad, como así también de otras del Litoral, y que se ha instalado el vector de una temible enfermedad tropical, como si no tuviésemos suficientes problemas sanitarios de que preocuparnos y ocuparnos.
La diseminación del insecto es en buena medida consecuencia de la actitud desaprensiva, como en tantos otros temas, de amplios sectores de la población que no asumen, o realmente no les importa --que es mucho peor-- que el bienestar general es un tema de todos, y que la irresponsabilidad y desconsideración hacia el prójimo es una manifestación de degradación de valores e incultura que tarde o temprano se vuelve precisamente contra quien actúa de esa manera, personalmente o a través de sus seres queridos.
Lenta pero inexorablemente, en pocos años las medidas de prevención --no siempre encaradas con los medios requeridos para hacerlas más eficaces, por cierto-- fueron desvirtuadas en los hechos porque muchos vecinos no han cumplido con la sencilla pero fundamental precaución de evitar que se deposite agua de lluvia en recipientes de paredes rígidas, incluyendo cubiertas en desuso, a efectos de evitar que el aedes aegypti pueda encontrar un hábitat adecuado para reproducirse. Peor aún, los encuestadores del ministerio se han encontrado incluso con la reticencia de muchas personas a permitirles la entrada, pese a estar debidamente identificados, a efectos de verificar que no hubiera en los fondos elementos en los que el mosquito pudiera procrearse.
Durante cierto tiempo la sequía operó a favor en el combate contra el vector, pero la sucesión de días con precipitaciones y la desaprensión de vecinos han sido determinantes para que aparecieran focos en varios puntos de la ciudad, incluyendo mosquitos adultos que ya están en condiciones de transmitir la enfermedad.
Contar con este insecto instalado en pleno otoño, cuando todavía se manifiestan altas temperaturas, y con la Semana de Turismo ya cercana, pone una cuota adicional de preocupación en esta oportunidad, desde que en un período de arribo de miles de personas, muchas de ellas procedentes de lugares donde el dengue es endémico, constituye un gran elemento adicional de riesgo, por cuanto podrían manifestarse los primeros y temibles casos de dengue autóctono.
De acuerdo a lo señalado por especialistas, todo indica que difícilmente se presente un primer caso aislado, desde que las características del contagio y el tiempo que se tarda en determinar que se está ante esta enfermedad, conllevan un período de difusión de varios días que es determinante para que la enfermedad tenga tiempo de transmitirse a un número significativo de personas y de esta forma amenazar con la instalación de una eventual epidemia.
Este riesgo potencial es consecuencia de la irresponsabilidad a la que nos referíamos de determinados sectores de la población, como se da también en cuanto a otros temas que tienen que ver con la salud y la higiene, teniendo en cuenta que hay convecinos que no vacilan en formar basurales en la vía pública e incluso desplazarse largas distancias en sus vehículos para arrojar bolsas en lugares poblados, pero lejos de donde residen, por supuesto, en una actitud de franca desconsideración e ignorancia de elementales normas de convivencia.
Lamentablemente, aunque la gran mayoría de la población efectivamente tenga conciencia del riesgo que se corre y actúe en consecuencia, alcanza con que un pequeño porcentaje de los vecinos haga caso omiso a las exhortaciones, como efectivamente se da en nuestro medio, para crear las condiciones que exacerban el riesgo inherente a una zona fronteriza como Paysandú.
Y a pocos días de Semana de Turismo, corresponde que las autoridades redoblen esfuerzos y extremen acciones como fumigación y controles, así como campañas de concientización, para por lo menos intentar llegar con un panorama menos comprometido a un período especialmente riesgoso para la salud de la población local.