Paysandú, Jueves 26 de Marzo de 2009

La Voz del Público

Locales | 25 Mar Leyes a la uruguaya para la minoridad delictiva
El primer pelotazo que comenta el pueblo al que se le ha robado es “la Policía no sirve, no hace nada”, o en otro sentido “hay que matarlos, mire que robarle a una vieja”, “hay que meter presos a los padres” y otras condenas parecidas.
Para mí están tirándole piedras a un tuerto para romperle el ojo. Son inútiles tentativas.
A ver si alguno está de acuerdo conmigo. Esto se arrastra desde que hubo democracia, solo sucede en democracia. En democracia se ajusta la Constitución para esto o aquello, para sufragar o para un acomodo comercial. Pero para los problemas de presos, internos y leyes de minoridad no se vota.
He dividido a los menores infractores en tres clases, con distintas maneras de aprender a delinquir. Primero, el que nace así y le gusta, llega a matar si a veces no consigue su cometido. El segundo es el que se contamina con malas juntas, y me pregunto cuántos centros barriales hay para sacarlos de las calles y ¡se los retacea! O una justa bolsa de trabajo, decretada por ley en fábricas y empresas, donde sean observados para el futuro, reservándoles lugar para que no anden por ahí sin hacer nada porque son menores. En realidad son hombrecitos que ya quieren formar su futuro y conseguir a temprana edad una compañera, pero si se los explota se corrompe su futuro.
El tercero es el más inteligente y difícil de agarrar para las autoridades. Este aprende bien en la calle, porque el país donde vive no le provee para desarrollar su vida, que su corazón joven busca. Por este ciudadano voy a quebrar una lanza; es recuperable y hay que hacer algunas objeciones a las autoridades, si no éste será el más vengativo para su sociedad. Los que se salven de las tres categorías son el futuro músculo de la nación, que tiene que ofrecerles un hábitat donde tengan lo mínimo: trabajo, salud y enseñanza.
En Paysandú hay escuelas de tiempo completo que sacan a la minoridad de las calles y sirven para formar un carácter ciudadano, para que no sean delincuentes.
Esto vale; creo que no estamos en Europa donde algunas leyes son más condenatorias. Pero sí hay leyes buenas, como bajar los años con los que pueden ir a presidio a 12 y funciona, creo que con algunas leyes para enseñarle y cultivarla, la juventud uruguaya puede ser salvada.
Ya la generación actual escapa a la recuperación. Pero creo que en chacras de los campos de Colonización, vigiladas, como pequeñas cárceles pero al aire libre, pueden ir hasta que paguen lo robado y salgan con un sueldo y al salir el país les resuelva el trabajo. Así pensará no unirse a sus amigos para delinquir; pensarán, en verdad, que hay alguien que se interesa por ellos. Eso será un paso, quizás algún panzón no estará de acuerdo con lo que propongo, pero yo me la juego porque tengo nietos, que en el futuro pagarán porque al abuelo no le importó.
Y si no esperemos que asalten y lastimen a un pariente de alguna alta autoridad, o de un político, quizás entonces veremos que las leyes y el dinero saldrán a solucionar este flagelo. Ya copan casas y arrebatan, y matarán si no se les enfrenta y busca una solución. ¿O volveremos al tiempo del oeste, armados y a matar al enemigo cuando se lo encuentre?
Yo hago una pregunta: ¿Quién se gasta nuestros impuestos que tienen el cometido de salvaguardar las leyes?
Lo que sigue es como un proverbio chino, pero a la uruguaya. Un ciudadano le preguntó al comisario de su barrio por qué no atrapaba al menor. Este le dijo: “No tengo colchones para envolverlo al detenerlo. Si se me lastima lo pagamos como bueno”. El ciudadano le preguntó al señor juez del lugar, porqué no atrapaba al menor. “Los políticos no me renuevan las leyes, que son de 1937”. El político comentó: “No hay dinero en Rentas Generales para tal caso, y como es año de elecciones…”. Así, el ciudadano le dirá al político: “Haga leyes para atrapar al menor delincuente y encausarlo”.
Para caminar mil kilómetros hay que dar el primer paso. Todos somos responsables. No emparejemos a todos.
Hay jóvenes buenos y rescatables. Salvemos a la futura generación. Seamos ilustres tanto como valientes, según mandó el padre de la Patria. El último guerrero del 2000


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