Paysandú, Sábado 28 de Marzo de 2009
Locales | 22 Mar No se han acallado aún los ecos del anuncio formulado a fines de 2008 por la directora del Hospital Paysandú sobre el costo fijado para extender el carné de salud a los beneficiarios del Fondo Nacional de Salud (Fonasa) dentro del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), que tengan otro prestatario del servicio que no sea ASSE. Desde el 1º de enero de este año pasó a costar $542, pudiendo llegar a ser de $842 si fuere necesario añadir el estudio de laboratorio del virus VIH. Obviamente, para las personas con carné de asistencia gratis del Ministerio de Salud Pública este documento habilitante para el trabajo y el estudio no tiene costo en el hospital.
Según lo consultado en otros departamentos, como Durazno, Río Negro y Tacuarembó --elegidos al azar-- el costo del carné de asistencia para quienes son beneficiarios del Fonasa solo es de $155, o sea que ese es el valor que pagan los trabajadores sean hombres o mujeres y los estudiantes a los que se les requiere el documento.
Es evidente que la novedad no cayó bien a quienes hacía meses tenían fecha pedida (a vía de ejemplo en octubre se estaba dando para fines de enero) y al estar bajo la cobertura del Fonasa quedaban inhabilitados para gestionar el carné de salud en ese nosocomio, donde desde siempre tenía un costo mínimo. Muchos de ellos tomaron el camino más directo, aunque también con costo, de gestionarlo en uno de los tres centros privados habilitados con que cuenta nuestro departamento: SIET, Laboratorio CEB y Comepa.
Si se recurre a éstos el costo del carné más los tiques de atención médica y órdenes de exámenes que se requieren -mamografía y Papanicolau en la mujer, así como de próstata en el hombre-, seguirá siendo alto pero ganará tiempo, ya que se le procesa en el día.
Pese a todo, algunos de los gestionantes se sorprenden al saber de la disposición oficial que deben aplicar los prestadores de servicio al Fonasa: a quienes no hayan estado antes afiliados a una mutual el carné de salud les debe ser otorgado gratuitamente la primera vez. Esta situación no comprende a la mayoría de quienes procuran ese documento que debe renovarse cada dos años.
COSTO: UN MES PROMEDIO
De acuerdo a datos del MSP-Digese, datados en 2006, el gasto promedio en salud de cada uno de los 2.956.000 registrados en ambos sistemas (público y mutual) sería de $666. Así, para una sanducera mayor de 40 años beneficiaria del Fonasa, por tener agregados dos estudios ginecológicos el carné de salud le cuesta más --$699 exactamente-- que lo que teóricamente aporta por todo concepto a la asistencia en general. A esa cifra se llega de la siguiente forma: costo del carné de salud $450 más un tique de asistencia médica por ginecólogo ($55) para acceder al Papanicolau (si es mayor de 21 años) y mamografía (si es mayor de 40), cuyas órdenes tienen un costo de $44 y $150 respectivamente.
Si la trabajadora lo gestiona en el Hospital solicitando sus estudios en la mutualista ya que es allí donde tiene asistencia, le costará $791 (sin contar que se le pida un estudio Elisa) y entre $684 y $784 si lo gestiona en un centro privado donde el costo del carné oscila entre $434 (Comepa), $450 (Laboratorio CEB) y $535 (SIET).
Estos precios no están regulados y los centros habilitados solamente tienen que remitirlos --con la debida paramétrica de costos-- al Ministerio de Economía y Finanzas. Si no obtienen respuesta negativa al cabo de quince días pueden comenzar a aplicarlos. Este trámite tiene que haber hecho el prestador de servicios del Fonasa en que se constituye ASSE (Hospital) para los señalados $542.
El procedimiento seguido en los hospitales de otros departamentos es el mismo: el beneficiario del Fonasa compra en la oficina de Recaudación el “cartón” vacío, cuyo monto equivale a media Unidad Reajustable ($155) y luego se presenta en la de Carné de Salud, donde no paga más nada.
Se debe hacer la salvedad que ante el mayor costo existe la contrapartida del menor tiempo para la gestión del carné. Y damos un ejemplo preciso de una trabajadora cubierta por el Fonasa: el 16 de febrero concurrió en un centro privado a las 9 con ayuno de 12 horas y la primera orina del día; pasó por la consulta odontológica y regresó a las 17 por la consulta médica. Tras eso obtuvo su carné de salud por dos años. Claro que para ello necesitó emplear un par de días, distanciados entre sí, en la atención de ginecólogo y los estudios que se le requieren acorde a una planilla muy completa que debe llenar la entidad que extiende el documento.
Por razones de prevención, quien padezca alguna alteración física por hipertensión arterial, diabetes, etcétera, no recibe el carné hasta que compruebe mediante certificado médico que ha iniciado el tratamiento pertinente.
UNA LARGA HISTORIA
El carné de salud tiene consigo una larga historia. Fue creado por la ley 9.697 del 16 de setiembre de 1937, que ya disponía su obligatoriedad y que “no se podrá ingresar a la Administración Pública sin poseer el carnet de salud que declare al interesado exento de toda enfermedad contagiosa o crónica que lo inhabilite para el cargo respectivo”.
Específicamente disponía que el documento sería obligatorio para “los obreros o empleados que manipulen o expendan materias alimenticias o sirvan bebidas; para el servicio doméstico; para personal enseñante (docentes) y de servicio en escuelas públicas y privadas; para los conductores de aparatos mecánicos que puedan constituir peligro para los demás; para el personal de las casas de compraventa de objetos usados; para los peluqueros y bareros; para los guardas y revisadores de boletos de tranvías, ómnibus y ferrocarriles; para los boleteros y acomodadores de las salas de espectáculos públicos”.
El artículo 2º de la ley indicaba: “La asistencia pública será gratuita para todas aquellas personas comprendidas en el artículo 43 de la Constitución (actualmente el número 44 y que dio origen en 1934 a la ley 9.202 que creó el Ministerio de Salud Pública) a quienes se expedirá, también gratuitamente el carnet de salud, previa justificación de la indigencia o carencia de recursos suficientes”.
MEDIO SIGLO DESPUÉS
Pese a que seguramente hubo reglamentaciones en el camino transitado, recién más de medio siglo después --en diciembre de 1990-- fue aprobado por el decreto 651/990 el Carné de Salud Básico, Único y Obligatorio. En sus diez artículos dio a ese documento una tónica distinta: la del carácter eminentemente preventivo, superando la mera constancia del estado físico de quienes lo gestionaban.
En los considerandos se expresaba claramente: “el estudio de la situación actual revela que la demanda y otorgamiento del Carné de Salud no se ajustan a los requerimientos actuales de medicina preventiva, tanto en el área de promoción y protección de la salud, como en el diagnóstico precoz de patologías”. Como corolario añadía que “ello se traduce en una cobertura insuficiente en calidad. La orientación actual de los exámenes clínicos y paraclínicos corresponde a una situación epidemiológica de hace décadas, no efectuándose en general la detección posible de alguna de las patologías prevalentes y que se evidencian por elevada morbi-mortalidad, tales como enfermedades cardiovasculares, cáncer, factores de riesgo laboral, hidatidosis, enfermedades de trasmisión sexual, adquisición de hábitos tóxicos, patología odontológica, etcétera”.
En definitiva, acorde al decreto, el carné de salud fue reposicionado para que “se transforme en la primera red de diagnóstico precoz de patologías prevalentes, tratándose de extender su cobertura a toda la población”.
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