Paysandú, Sábado 28 de Marzo de 2009
Locales | 23 Mar No se trata de un vehículo con motor. Es un carruaje de aquellos tirados por caballos. Y tal vez de ahí la idea de que los primeros automóviles tuvieran como chasis algo similar a éste, salvo que se les colocó un motor. De allí que les llamaran precisamente “un carruaje con motor”.
Éste pertenece a Pedro Wyaux y fue reconstruido.
Abelardo Suárez tuvo a su cargo la tarea de volver a todo su esplendor la capota y la tapicería, reparando a nuevo el asiento capitoneado para dos personas, el trabajo de más área teniendo en cuenta el modelo del que se trata.
El chasis luce muy bien tras ser reparado, pintados de rojo sus ejes, elásticos y ruedas, y lo demás --el pescante, la caja de madera base del carruaje y el porta baúl posterior-- todo en negro, al igual que la capota y las cortinas.
Las ruedas son de madera con llantas de acero, y el pértigo gira sobre la base de un perno pivot. No estaban instaladas las varas a efectos de no ocupar un espacio mayor. Un doble par de elásticos, adelante y atrás otorgan al carruaje un andar suave con mayor comodidad para los ocupantes.
Acompañado de su ayudante Tin Hauler, un chico alemán que hace dos años reside en Uruguay, Suárez dijo que reconstruir la capota, presentó sus dificultades.
Hubo que construir los arcos y los movimientos de brazos, de manera que accionara como un descapotable, corriéndose hacia atrás cuando hace calor, o hacia adelante para cubrir del Sol y de la lluvia.
Las cortinas laterales permiten circular aún bajo lluvia o con mucho frío.
En síntesis, hizo un trabajo artesanal bien hecho que permite al carruaje lucir como uno de los mejores de su época.
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