Paysandú, Sábado 28 de Marzo de 2009
Opinion | 23 Mar Durante más de un año un equipo de seis profesores de la Universidad de la República hizo una investigación sobre la dictadura instaurada en nuestro país en 1973 y que se extendió por doce años.
Se trata de la denominada “Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en el Uruguay 1973-1985”, compuesta por tres tomos y 1.500 páginas que serán presentadas en un acto en la Facultad de Artes de la Universidad de la República, en el marco de una ceremonia en la que harán uso de la palabra el rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arocena, el profesor Álvaro Rico, coordinador del equipo de investigadores y el historiador José Pedro Barrán como comentaristas del proyecto. Este equipo concentró su atención en obtener datos en los documentos oficiales de aquellas épocas, por cuanto según relató Rico a “La República”, hasta ahora lo que se conocía sobre ese negro período de la historia uruguaya se basa en testimonios, versiones de prensa y protagonistas de los hechos, por lo que para los investigadores resultaba fundamental contar con una oficialización y comparación de fuentes a efectos de tener una visión más clara sobre lo ocurrido durante el período.
Para empezar, parece que la Universidad de la República, que financiamos todos los uruguayos con el pago de impuestos, tiene pocos temas de los que ocuparse en cuanto al aporte de sus técnicos para el Uruguay del presente y del futuro, desde que está en condiciones de dedicarse con particular interés al período de dictadura.
Por supuesto, hay material para rato cuando de investigar a los opresores se trata, porque una vez en democracia se abren posibilidades de obtener información fehaciente a partir de documentación de fuentes directas, cuidadosamente ocultada durante el interregno institucional, en el que todo ciudadano es sospechoso hasta que se pruebe lo contrario, como suelen operar los servicios especiales que están al servicio de regímenes dictatoriales tanto de izquierda como de derecha, según lo demuestra la historia. Pero lo curioso --¿lo es realmente?-- es que Rico llega a una contundente afirmación en base a estos “datos”: es absolutamente falso que hubiera dos “demonios” en los años inmediatamente anteriores a la dictadura, sino que siempre hubo uno solo, que era el Estado al servicio de quienes ejercían el poder en ese momento. Es decir que en esta particular, interesada e ideologizada óptica los militares se levantaron de mal humor un 27 de junio de 1973 y decidieron dar un golpe de Estado para ver qué pasaba con ellos en el poder, así como a reprimir por doquier a quienes no estuvieron de acuerdo.
Rico explicó a “La República” que su minuciosa investigación indica que la enorme mayoría de los uruguayos que padecimos el caos de los años previos a la dictadura y los doce años del autodenominado “proceso” estábamos absolutamente equivocados, pero por suerte llegaron él y su equipo de trabajo para explicarnos lo que realmente sucedió.
Así, sostiene que “hubo un relato hegemónico durante años de que llegamos a la dictadura por el accionar de fuerzas de izquierda que cuestionaron el orden y hubo una respuesta que trapasó los límites”, en tanto también “en ese discurso la dictadura surge por la acción alocada de unos que desafían el orden y otros que van más allá de su fin específico en la represión. Es la teoría de los dos demonios. Esta investigación demuestra que aquello no fue lo que ocurrió, hay que ver la reestructura del Estado, los cargos que se crean, los organismos que se crean”.
Aparentemente el historiador pretende que el paso del tiempo nos haga perder la memoria a los uruguayos sobre lo que realmente pasó, y que los tupamaros, con sus robos, secuestros, asesinatos y atentados en plena democracia, no fueron generadores del caos que vivió el país desde mediados de la década de 1960, cuando inspirados en la tesis de la revolución cubana exportada de que “cuanto peor, mejor” dieron la excusa ideal para que los militares fueran tomando las riendas del poder y dieran el golpe de Estado, lamentablemente con buena parte de la población como demandante del uso de la fuerza ante el grado de irracionalidad de los sediciosos y la desquiciada actitud de sindicatos que también pretendían derribar al gobierno por la fuerza de la anarquía y los paros políticos.
Y quienes estuvimos contra los mesiánicos, los violentos del caos y contra los tiranos, no podemos dejar pasar así nomás estas “conclusiones” que pretenden pintarnos una realidad distorsionada para engañar a quienes desconocen los hechos de aquella época aciaga, en la que hubo responsabilidades por muchos lados, pero seguramente una de las principales correspondió a los guerrilleros de izquierda que pretendieron imponernos por la fuerza una dictadura del estilo de la que ha oprimido a Cuba durante más de medio siglo.
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