Opinion | 27 Mar Los perros callejeros son un grave problema en muchas ciudades de nuestro país puesto que representan no sólo un peligro para quienes transitan a pie, en bicicleta o moto, sino también un riesgo sanitario por las enfermedades que pueden trasmitir a las personas y lo que ensucian destrozando bolsas y recipientes de basura mientras buscan algo para alimentarse.
Sabido es que la culpa no es de estos animales sino de la tenencia irresponsable y el desparpajo con que muchos de nosotros solemos abandonar crías a su suerte en barrios alejados del nuestro o caminos vecinales.
El sistema político, las autoridades locales y las instituciones públicas vinculadas a la problemática, así como los grupos organizados para defender los derechos de los animales fueron durante muchos años totalmente ineficientes para alcanzar los consensos necesarios con miras a una solución del problema. Sin embargo, según lo informado esta semana, esta situación ha comenzado a cambiar.
Con fondos provenientes del Presupuesto Participativo destinados a proyectos presentados por vecinos, se castraron 4.000 perros entre 2007 y 2008 y, de acuerdo a declaraciones de la directora del Hospital, doctora Salomé Wolman, los accidentes de tránsito provocados por perros han disminuido un 25%, adjudicando dicha disminución a la reducción de la población canina de la ciudad.
Este año, a través de una coordinación interinstitucional entre la Intendencia, el Hospital y la Comisión Nacional de Zoonosis, se castrarán otros 1.500 perros propiedad de personas de bajos recursos, lo que significa otro importante avance en la materia. Sin embargo, queda mucho por hacer todavía. Para empezar, corresponde que los municipios hagan suyo lo establecido en la recientemente aprobada Ley de Bienestar Animal, estableciendo controles y normas en el territorio a los perros que tienen dueño, que son el 80% de los que existen en el Uruguay. Avanzar hacia una tenencia responsable no sólo es una necesidad sino una obligación para el bienestar del animal.
Queda por resolver todavía el problema de los perros sin dueño que diariamente deambulan por las calles, porque lo que ha habido hasta ahora son iniciativas muy bien intencionadas pero de escaso alcance todavía por parte de personas que voluntariamente curan perros enfermos, rescatan cachorros dejados a su suerte y castran canes adultos sin dueño.