Paysandú, Jueves 02 de Abril de 2009
Opinion | 28 Mar Recientemente la Junta Departamental de Paysandú declaró de interés departamental el proyecto de la empresa Indisur, tendiente a la instalación de una planta de biodiesel, en módulos, a efectos de elaborar el biocarburante con materia prima de la zona y hacer un buen uso de la logística sanducera en esta materia, que parte de contar con los depósitos de combustible de Ancap a efectos de la mezcla con gasoil para su distribución al Norte del río Negro.
En este caso el gobierno departamental ha estado a la altura de las circunstancias, desde que efectivamente estamos ante una iniciativa de interés departamental, que apunta a procesar en la zona las semillas oleaginosas e incluso a través de un caño del tipo oleoducto conectar la usina directamente a la planta de Ancap, a efectos de reducir costos.
Claro, si fuéramos un país federal, con esta declaratoria alcanzaría para instalar la planta, así como hacer realidad algún otro proyecto similar, que permita incorporar energéticos renovables a nuestra matriz, pero en nuestro sistema de gobierno unitario y sobre todo centralista, todo debe pasar por el visto bueno y el talante del gobierno nacional instalado en Montevideo, que tiene una óptica diferente cuando las cosas se hacen en el Interior y otra muy distinta cuando los proyectos se concretan en el entorno del área metropolitana.
Y si bien según lo manifestado por el presidente del Directorio de Ancap, Raúl Sendic, desde mediados de este año se comenzará a mezclar biodiesel con gasoil, como se establece en la ley, el ente ha dispuesto en coordinación con ALUR instalar primero una megaplanta en el Sur, a efectos de mezclar el biocombustible diesel con el gasoil cerca de Montevideo, aunque ha descuidado el “detalle” de que hacia esa planta deben acarrearse miles y miles de toneladas de girasol y otras semillas oleaginosas - la materia prima-, a un alto costo, por no encontrarse enclavada en una zona productora.
Sería más fácil y lógico, por supuesto, montar las plantas en las zonas de producción y transportar el biodiesel hacia los lugares de mezcla, pero en un país en el que se hace todo al revés siempre que sea funcional a Montevideo, este esquema irracional no puede extrañar, aunque los sobrecostos los paguemos todos los ciudadanos.
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